EL PAíS
Cincuenta crucificados en La Quiaca
Medio centenar de desocupados de La Quiaca, liderados por el párroco de esa ciudad jujeña, sacerdote Jesús Olmedo, se crucificaron simbólicamente para protestar por la carencia de trabajo, la falta de condiciones mínimas de vida y como una forma de reclamar asistencia por parte del gobierno y de la dirigencia política. Una serie de cruces fueron improvisadas en postes de teléfono y de energía eléctrica de la ciudad fronteriza con Bolivia. Las mujeres se ataron con cadenas o trapos, con las manos abiertas y con los pies apoyados en el piso. Los hombres eran ubicados más arriba y sostenidos con tacos de madera. El cura Olmedo, que también estuvo entre los crucificados, sufrió un desvanecimiento y tuvo que ser atendido por médicos que le aconsejaron que abandonara la iniciativa.