Las boletas llevaban nombres de próceres, como José de San Martín y toda la Primera Junta. Con un sello con forma de cruz había que marcar el candidato a presidente ficticio seleccionado. Cerca de un centenar de presos tuvo la oportunidad de probar cómo será esa experiencia inédita de votar en la cárcel, que podrán protagonizar por primera vez el 28 de octubre unas 25 mil personas privadas de su libertad. Un nutrido público de jueces y secretarios electorales presenció el simulacro, que se hizo en el penal de Magdalena. El objetivo era identificar dificultades para solucionarlas con anticipación.

La prueba piloto estuvo organizada por el Servicio Penitenciario Bonaerense y fue supervisada por el ministro de Justicia provincial, Eduardo Di Rocco; el juez federal Manuel Humberto Blanco y el secretario de la Cámara electoral, Nicolás Deane, entre otros. El escenario elegido fue el gimnasio de la unidad 36, de Magdalena, y se convocó a 126 presos, aunque no todos llegaron a hacer su propio test. Como autoridades de mesa concurrieron docentes del propio penal.

Más allá de los problemas que pudieran surgir en el momento, se les propuso a los presos hacer dramatizaciones: uno se olvidaba el documento, otro cerraba mal el sobre, a otro se le corría la tinta del sello hasta marcar a otro candidato. A un muchacho le avisaron que harían de cuenta que su edad, 21 años, no coincidía con la del DNI, 48. Pero tenía tantas ganas de votar que se tomó la situación muy a pecho: “¡Ese es mi DNI! ¡Tengo 21 años! ¡Quiero votar!”, se desató, con gran realismo, y nadie sabía cómo frenarlo.

La ley que regula la votación en las cárceles, reglamentada el año pasado, “habilita por primera vez a las personas privadas de la libertad procesadas a sufragar”, recordó Di Rocco. Señaló que sólo en la provincia de Buenos Aires hay 13 mil procesados en unidades carcelarias, “en condiciones de votar”. La intención del simulacro, agregó Deane, “era corregir posibles errores y problemas”. El secretario de política criminal de la Nación, Alejandro Slokar, señaló el voto de los presos como una forma de “humanizar la prisión y favorecer la resinserción”.