“Los argentinos no quieren más perejiles presos. El Gobierno quiere saber la verdad a fondo del asesinato de esos tres servidores públicos. No inventen cosas que hieren la inteligencia de los argentinos.” Con una dureza inusual, el presidente Néstor Kirchner reclamó resultados de la investigación del triple homicidio de La Plata y planteó tres alternativas posibles: “Un ajuste de cuentas, una situación mafiosa o alguna connotación en contra de la política de no impunidad y a favor de los derechos humanos” de su gobierno. Kirchner marcó la cancha ayer en un sentido: no admite que se presenten los asesinatos como un delito común, por ejemplo, en el marco de un robo de armas. Entiende que podría tratarse de una venganza, un ajuste de cuentas, pero no de un loco que actúa en forma solitaria, sino una banda, con algún nivel de organización. Y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, redondeó el concepto: “Descarto completamente que se haya usado un cuchillo de carnicero”.

Más allá de las apreciaciones presidenciales, lo cierto es que la fiscal Leyla Aguilar y los investigadores del Ministerio de Seguridad avanzan hacia una trama que tiene que ver con un conflicto grave –que mantienen en reserva– de dos de los policías con un sujeto que hace poco salió de la cárcel, con antecedentes de problemas psiquiátricos. Es cierto que no actuó solo y que no se trata de un improvisado que usó un cuchillo de carnicero. Lo concreto es que a la planta transmisora entraron tres o tal vez cuatro sujetos, lo que indicaría que no actuó una especie de llanero solitario demente, sino una banda aparentemente relacionada con drogas. Lo que le da sustento a esta variante es la increíble violencia del triple homicidio, incluyendo 33 puñaladas a uno de los oficiales, 14 a otro y luego la ejecución mediante un tiro de remate.

La hipótesis de un grupo contratado, al estilo de lo que ocurrió en el caso Cabezas con los Horneros, no se descarta. Y que el móvil haya sido causar conmoción, también sigue como hipótesis. Es que no existe ningún antecedente de una venganza de esa envergadura y tampoco cierra que un loco haya sido acompañado por otros individuos, mezclándose en un crimen semejante. Un hecho como el de La Plata parece asociado a la droga, pero no encaja que las víctimas fueran jóvenes oficiales ingresados a la Bonaerense en enero.

Kirchner habló en Bolívar tras recorrer las flamantes instalaciones del polideportivo que impulsó el conductor Marcelo Tinelli (ver página 3). El gimnasio se inauguró el sábado, pero el Presidente no concurrió justamente por el asesinato de los policías. “Necesitamos que funcionen la Justicia y los investigadores y que se descubra la verdad. No la verdad a medias, una salida de coyuntura, a ver cómo zafo. Estamos a entera disposición para ayudar, pero queremos que definitivamente los culpables tengan la condena y el lugar entre rejas que se merecen”, finalizó Kirchner.

En realidad, el Presidente quiso mandar un mensaje a la sociedad, al electorado, y, sobre todo, a quienes le señalan que el triple crimen es producto de la inseguridad, como si fuera un grupito de ladrones que se quiso robar las armas del predio. Kirchner habla de mafia o directamente que la mano de obra del triple homicidio fue contratada para irrumpir en la política bonaerense o nacional. Al mismo tiempo, considera que lo ocurrido en La Plata es casi un desafío a su gobierno y que necesita demostrar efectividad a corto plazo.