Adrián Félix López fue el imputado del caso Skanska que relacionó las coimas con el actual y futuro ministro de Planificación, Julio De Vido. Estaba detenido bajo estrictas medidas de seguridad, ya que el juez Javier López Biscayart consideraba que, por haber implicado al Gobierno, corría peligro. Cuando quiso hacer su mudanza de cárcel, Su Señoría se trenzó en una pelea feroz con el ministro del Interior, Aníbal Fernández, que pasará a Seguridad y Justicia. López recuperó ayer la libertad después de haber pasado casi 20 meses preso. Estará, eso sí, bajo un programa de protección de testigos.

Allegados al juzgado juran y perjuran que el hecho de que la liberación se haya producido un día después del anuncio del nuevo gabinete es fruto de una casualidad. A López, en rigor, la Cámara de Casación Penal le había concedido la excarcelación a fin de mayo. Pero seguía detenido porque –alegaba su defensor oficial, Ignacio Tedesco– no lograba juntar el dinero para pagar los 300 mil pesos de fianza. Finalmente consiguió que el tribunal le rebajara el monto a 80 mil pesos. Al final depositó una parte y ofreció el auto de una ex pareja, madre de su hijo.

López tiene un pasado como personal trainer de ricos y famosos. Tuvo gimnasio propio, siempre para clientela vip, y un programa de cable donde daba clases de gimnasia. Hábil para los rebusques de alto nivel, durante la década menemista también fue “relaciones públicas” del café Open Plaza y la disco New York City. ¿Qué lo vinculó con Skanska? Otra rama de sus múltiples actividades: la venta de facturas truchas desde una sociedad fantasma llamada Infiniti Group. Fue, de hecho, uno de los primeros imputados por el juez López Biscayart en una megacausa que intenta desarticular una organización dedicada a comercializar toda clase de documentación para burlar al fisco.

Las facturas truchas de Infiniti se convirtieron en una de las pistas clave sobre el caso Skanska, ya que revelaron que esa multinacional las había utilizado para disimular salidas irregulares de dinero en las obras de dos gasoductos. En cuanto avanzó en la investigación, López Biscayart llegó a la conclusión de que la empresa sueca había simulado gastos falsos en sus balances para disfrazar dos delitos: evasión fiscal y coimas por unos 16 millones de pesos. Una auditoría interna de la constructora reconoció ambas cosas.

La indagatoria de López, que duró cinco días, también fue una pieza central. Dijo que Infiniti recibía pagos de Skanska por servicios nunca prestados en el contexto de la construcción de dos gasoductos impulsados por el Ministerio de Planificación. Luego, relató, le devolvía la plata a un contador, Alfredo Greco, quien a su vez se la daba a “un funcionario público que sería De Vido, pero no lo puedo asegurar”, fue, textual, lo que le dijo al juez. “Tengo información de que el monto de la totalidad de las obras era aproximadamente de 1500 millones de pesos”, señaló.

López terminó procesado como jefe de una asociación ilícita fiscal y como partícipe de la evasión de Skanska. Su declaración apuntándole al Gobierno y una denuncia de que sufría amenazas en el penal de Marcos Paz llevaron a López Biscayart a trasladarlo con protección especial. Pero el ministro Fernández ordenó rechazar su ingreso a la Superintendencia de Investigaciones con el argumento de que no se pueden alojar presos en dependencias policiales. Luego denunció al magistrado ante el Consejo de la Magistratura, planteo que fue archivado. López fue a parar al Centro de Contraventores que facilitó el gobierno porteño, donde estuvo aislado.

Para el juez, López es más que nunca un hombre en peligro por todo lo que dijo y, ahora que salió en libertad, ordenó ponerle custodia personal e incorporarlo al programa oficial de protección de testigos.