Un papel plateado devenido bollo que, al ser desplegado, decía en letras negras “Apertura A.Y. NOT DEAD en Paseo Alcorta” ofició de tarjeta de convite al cocktail que transcurrió un miércoles desde las 10 de la mañana, entre copas de frapuccino, masitas de maracuyá, croissants con salmón y brioches dispuestas sobre un caballete que simulaba un banquete en versión proletaria y chic. La diseñadoras Noel Romero y Angie Chevallier, ambas con modelos en versión mini de la colección y accesorios de acrílico, y su hermano Diego, con traje de la línea masculina inspirada en el placard de Pablo Picasso, reciben a los invitados.

El nuevo y tercer local de la firma tiene paredes empapeladas de plateado símil membranas de terrazas, estructuras de andamios que hacen de percheros, tubos de luz y caños a la vista, que responden a una reflexión sobre los oficios, el mundo actual y nuevos modos de abordar la arquitectura comercial del estudio Trión –los arquitectos Chelo Cantón y Diego Trivelloni–. En la fachada, una obra de Diego Bianchi con fragmentos de maderas de embalar simula una tapia efímera como las de las obras en construcción y allí imprime el logo de la marca...

Las fashionistas que suelen tomar el té en un bistró del primer piso del mall Alcorta vecino al local de marras, ahora tienen un nuevo escenario para observar, entre las vidrieras sin exabruptos que pueblan el centro de compras, más cercano a las imperfecciones del mundo real.

Entre los percheros-andamios, cautiva la paleta en variaciones de naranja, violeta, rojo, azul, salmón, amarillo, verde, turquesa, y colores flúos. Destacan también prints con formas cubistas, collages que hacen honor a la colección de verano bautizada “Total Picasso” y una reversión de la chaqueta Chanel y en el medio una exaltación de la silueta femenina bocetada por Alaia.

Puesto que el anclaje con el rock caracteriza al discurso de la marca –Gustavo Cerati solista, Soda Stereo en su regreso, La Portuaria y Babasónicos suelen recurrir a sus diseños, especialmente customizados para shows– hay en la propuesta de verano también una serie de remeras con estampas que reproducen letras de Virus. Y junto a ellas transcurría, en la inauguración, una conversación sobre la faceta de diseñador de modas del músico Federico Moura. La champaña rosada en botellitas caía sobre el piso de goma negro, la música salía de gadgets sofisticados, y los invitados salían al mediodía, con sensación de paso furtivo por una disco matinal.

Unos días antes, y a la hora del té, la firma Kukla invitó a un picnic en su local de Palermo –El Salvador y Malabia–. Las comensales, que se sentaron sobre alfombras persas y almohadones con las estampas de la temporada, fueron homenajeadas con muffins multicolores y té José de blends variados, dispuestos sobre mesas de madera baja con espacio para guardar las carteras, creadas por el hermano de Magdalena Palandjoglou, la diseñadora de la firma Kukla y diseñador industrial en ascenso. En los percheros y también en los cuerpos de las modelos de la agencia Efectos Personales que hacían pasadas con vestidos mini y maxi, hubo prints coloridos, una remera cuyo print reproducía una toma aérea de asistentes a Woodstock. Las modelos pasaban entre las asistentes con vestidos en camouflage lúdico y trench coats, remeras, camisas y vestidos con telas súper livianas, en colores blanco, negro, beige, gris melange, verde agua, mostaza, azul, verde militar, rojo, rosa chicle. “El disparador de la colección fue el hippismo y su origen en el movimiento folk norteamericano, claro con mi interpretación personal en las estampas étnicas, las referencias militares en las chaquetas y los jeans de tiro alto”, dice la diseñadora de Kukla, apoltronada en su almohadón de la tienda devenida salón de té.