EL PAíS • SUBNOTA › EN GOBIERNO SOSTENíAN QUE CFK HABíA LOGRADO SER FIRME SIN ECHAR LEñA AL FUEGO
La masividad de la concentración y la ausencia de incidentes fueron valoradas como un éxito por el Gobierno. Ahora la expectativa oficial es que los productores levanten el lockout hoy o, al menos, despejen las rutas.
› Por Daniel Miguez
Se palpaba satisfacción en la Casa Rosada después del discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y la sostenían dos razones. Por un lado, estaban convencidos de que la Presidenta había podido plasmar el mensaje que se había propuesto, pese a la adrenalina de hablar por primera vez ante una multitud en la Plaza de Mayo. Por otro, celebraban que la concentración, masiva y variada en su composición política (desde el peronismo tradicional a los radicales K, desde los gremios de la CGT a la Ctera, Suteba y seccionales de ATE, todos integrantes de la CTA), había transcurrido en armonía.
Lo que se había propuesto trasmitir la Presidenta era “una posición de firmeza pero sin echar nafta al fuego”, según le contó un alto funcionario a Página/12. Un fuego que se está apagando, según la visión de la Casa Rosada. Como anticipó ayer este diario, la expectativa del Gobierno es que hoy los productores agropecuarios levanten el lockout, que se extendía hasta este mediodía, o al menos que despejen las rutas, lo que en términos prácticos es exactamente lo mismo.
Más de un funcionario se permitía márgenes de duda sobre la actitud que tendría el dirigente de la Federación Agraria de Gualeguaychú Alfredo De Angeli, el más intransigente de los ruralistas, y quien –ya es un secreto a voces– está jugando una interna con el titular de la entidad, Eduardo Buzzi, para disputarle el mando.
En el Gobierno hay dos miradas sobre Buzzi. Unos no le perdonan que representando al sector menos rico de los productores haya tomado posiciones tan duras, que llevaron al desabastecimiento, y aliándose a entidades que históricamente intentaron fagocitarse a los chacareros. Hay otros que, aunque no lo justifican, le adjudican más que mala intención una absoluta impericia política, tanto por aliarse con la Sociedad Rural como por dejarse correr por algunos de sus pares –léase De Angeli, nuevamente– y permitir que sus bases lo desbordaran.
La figura de echar nafta en el fuego remitía a que la Presidenta no iba a caerles con todo el peso de sus palabras, luego de haber anunciado medidas que benefician al 80 por ciento de los productores de soja. Pero que tampoco se iba a privar de señalarlos como responsables de la falta de comestibles y la consecuente suba de precios que están produciendo los piquetes ruralistas.
La Presidenta recordó que un mes antes del golpe de Estado de 1976 había comenzado un lockout de los ruralistas. El vínculo de los dos hechos puede resultar exagerado, pero en el Gobierno creen que hay un intento desestabilizador de los productores agropecuarios, por lo desmedido de su decisión de no abastecer de alimentos a la sociedad y de mostrarlo como un logro, como hizo Buzzi el lunes. El argumento de CFK lo había expuesto, también el lunes, al anunciar las medidas para los pequeños productores. Ese día en el Salón Blanco había empresarios de casi todos los sectores. Dijo que muchos de ellos negociaban y lo hacían con dureza, pero que a ninguno de ellos se les ocurriría desabastecer para forzar un acuerdo. Ese es el punto neurálgico de irritación del Gobierno. Por eso, esta semana comenzará una amplia campaña de difusión contra el desabastecimiento.
Otra medida, que ayer decidían en la Casa de Gobierno, era la de intensificar los controles de la Secretaría de Comercio sobre la cadena de comercialización, porque hay firmes sospechas de que algunos, especulando con el desabastecimiento, están acumulando mercadería para hacer subir su precio ante la demanda.
Como suele suceder después de actos como el de ayer, gobernadores, ministros y todos los que pudieran llegar a las cercanías del despacho presidencial fueron a saludar a la Presidenta. Uno de los más efusivos en la felicitación -dicen- fue Néstor Kirchner, sabedor de que su mujer casi no tuvo días de gracia de los cien que –como suele decirse– los distintos sectores de una sociedad le conceden a cualquier nuevo gobernante. Esos cien días se cumplieron el domingo.
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