EL PAíS › LA HISTORIA Y ANECDOTAS DE JUAREZ
El joven del Pico de Oro
Por Nora Veiras
En 1948, Carlos Juárez se convirtió en el gobernador más joven del país. Tenía poco más de 30 años y llegó al poder con la bendición de Perón y Evita. “El era presidente de la Acción Católica de Santiago y vicepresidente a nivel nacional, hubo un acto en Buenos Aires y estaba Evita. El, que era un ‘pico de oro’ excepcional la impactó y ella lo apoyó”, cuenta un viejo peronista que lo conoce de antaño. Habla en voz baja, no quiere que lo escuchen, sabe que ese hombre que fue cinco veces gobernador tiene orejas en todas partes. “Es así, ¿por qué estuvo Fujimori? Porque estuvo Montesinos”, compara sin crítica, como acostumbrado a estar contenido en esa red de control que a su vez lo “protege” de la exclusión.
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Si en algo Nina se parece a Eva Perón es en que no provoca indiferencia: o la quieren o la odian. Y todos le temen. Diez años menor que Juárez, dicen que era una colegiala cuando su belleza y formas voluptuosas sedujeron al joven gobernador, que abandonó a su mujer y a sus hijas por ella. Lo acompañó cuando la Revolución Libertadora lo encarceló en la prisión de la calle Las Heras, en Buenos Aires. El no hizo lo mismo cuando la última dictadura la apresó a ella. Se refugió primero en México y después en España. Allí se reecontraron y hasta fueron protagonistas de una exclusiva para la revista Hola. Con el retorno a la democracia juntos siguieron amasando el poder y ella se transformó en la líder indiscutida de la Rama Femenina. Ese ejército de mujeres es el encargado de la virtual red de espionaje que aborta toda crítica. Paradojas de la vida, el propio Juárez debe ocultarse de esas “quijotes con faldas” –así las define Nina- para ver a su único nieto en Buenos Aires.
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–Benjita, decile al José que no me de tanto, que amaine un poco.
José Zabalía entró a la habitación de su padre, el ex gobernador radical Benjamín Zabalía, y no podía creer lo que acababa de ver y escuchar. No era otro que Carlos Juárez el que estaba parado frente a su padre convaleciente.
Zabalía y Juárez habían sido compañeros en la Facultad de Derecho de Tucumán. “Eran los dos mejores alumnos, con dos diferencias: mi padre tenía 9,50 de promedio y él 9. Mi padre se recibió a los 22 y él a los 28”, precisa el candidato radical. Es que en Santiago las relaciones se entrecruzan y las historias más aún.
El hijo creyó que haciendo cabalgatas a lomos de su caballo, el Zaino, iba a poder derrocar el poder de Juárez. Casi lo logra en el ‘91, pero la explosión popular del Santiagazo en el ‘93 lo arrastró también a él. Le incendiaron la casa a Juárez y también intentaron entrar a la de Zabalía, que se atrincheró escopeta en mano. Pero Juárez volvió a la gobernación en el ‘95 y Zabalía a la intendencia, ya sin el Zaino.
“Hasta me llevaron preso al Zaino porque no me pudieron agarrar a mí. Sí, estuvo detenido e incomunicado y me lo dejaron toda la noche en el patio de la comisaría bajo el agua y con la montura puesta, eso es lo que más me dolió”, recuerda Zabalía.
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En Santiago hay dos presos “ilustres”: Victorio Curi y Cristina Flores. Curi manejó durante más de treinta años toda la obra pública de la provincia y la “movilidad” –léase la estructura que garantizaba el clientelismo– de Juárez. Dicen que no cumplió con la forma de distribución de planes de vivienda definida por el gobernador y cayó endesgracia. Lo denunciaron por maniobras de corrupción en la obra social de los estatales provinciales y ahora cumple prisión domiciliaria.
Cristina Flores era la mano derecha, la protegida de Nina. Gracias a esa bendición consiguió una banca como diputada provincial. Todo iba bien hasta que Flores parece haber intentado hacer caja por las suyas. Fue denunciada y está presa.
En 1995, noventa abogados adhirieron a la candidatura a gobernador de Juárez. Con el triunfo el hombre cumplió: el 90 por ciento de los jueces designados por el Consejo de la Magistratura provincial proviene de esa lista.