EL PAíS
• SUBNOTA › LA POSICION DEL OBISPO LAGUNA ANTE EL CASO
Interna de una relación difícil
› Por Washington Uranga
A través de una declaración difundida ayer, el obispo de Morón, Justo Laguna, de quien depende eclesialmente el padre Julio Grassi, pidió que “no juzguen anticipadamente” al cura, solicitó expresamente a los periodistas que no sean “fiscales ni jueces”, se excusó de “abrir un juicio hasta que la Justicia se expida de un modo definitivo”, pero también aprovechó para dejar en claro las “dificultades” que el obispado ha tenido con el sacerdote ahora procesado. El comunicado del obispo Laguna –quien ayer hizo una breve visita a Grassi en su lugar de detención– hace gala de un gran equilibrio para no agravar la situación del sacerdote y, al mismo tiempo, disipar la responsabilidad institucional de la Iglesia de Morón.
“La diócesis de Morón no ha tenido en su origen, ni posteriormente, ninguna relación institucional con la Fundación Felices los Niños. La misma cuenta con personería jurídica propia y, por tanto, al no ser una obra de la Iglesia, en ningún momento ha dependido en su administración ni en su conducción de este obispado” dice el comunicado firmado por Laguna.
El párrafo está poniendo en evidencia lo que en círculos eclesiásticos era un secreto a voces: las grandes discrepancias entre Laguna y Grassi, que llevaron al obispo a pedir, el 19 de junio del año anterior, que abandonara la presidencia de la institución benéfica. Aunque nunca lo expresó en estos términos, Laguna estaba molesto por el manejo económico que Grassi hacía de la fundación, discrepaba con los métodos utilizados por el cura para la recolección de fondos y con su grado de exposición mediática. El propio Laguna había recibido sugerencias de algunos de sus colegas obispos para que limitara el accionar de Grassi.
La disputa entre Grassi y Laguna venía creciendo casi de manera proporcional al desarrollo edilicio de la Fundación Felices los Niños en Hurlingham, justo frente a la casa del obispo. Quienes conocen de cerca la relación entre Laguna y Grassi señalan también que muchas de las indicaciones y observaciones del obispo no fueron tomadas en cuenta por el cura, que si bien manifestaba formal acatamiento a las directivas de Laguna, luego continuaba adelante con sus propios planes y proyectos.
El comunicado del obispado de Morón recuerda “que este obispado recibió al padre Grassi proveniente de la congregación salesiana en 1991”. Lo que se cuida de decir Laguna es que después de cursar estudios con los salesianos, los directivos de esa congregación religiosa consideraron que Grassi no tenía condiciones para seguir allí, cuestionando seriamente sus condiciones para ser sacerdote. En ese momento, Laguna no coincidió con la opinión de los salesianos y le dio acogida en su diócesis.
En coherencia con la solicitud de evitar el prejuzgamiento sobre Grassi, el obispo Laguna se cuidó también de no aplicar al cura ninguna sanción de tipo canónico, es decir, sobre la base de la ley eclesiástica. Todo indica que Laguna aguardará los resultados de la investigación judicial y sólo después podría tomar otras determinaciones de índole estrictamente eclesiástica. Esto es lo que, formalmente al menos, le permitió a Grassi en las últimas horas acompañar su proclama de inocencia con la afirmación de que “la Iglesia me acompaña”.
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