EL PAíS
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“Grassi es el caso más público y notorio, pero no es el único”
Coordinador del grupo de sacerdotes Carlos Mugica, que reúne a unos 400 curas en todo el país, Eduardo de la Serna analiza en duros términos el caso de Grassi, sus coqueteos con el poder y la reacción habitual de la Iglesia ante los casos de abuso.
› Por Alejandra Dandan
Algunos lo conocen como el cura de la polémica. Eduardo de la Serna es primo lejano de Ernesto Guevara y forma parte ahora de uno de los sectores más críticos de la Iglesia. Coordina el grupo de sacerdotes Carlos Mugica, uno de los movimientos eclesiales comprometidos con los pobres. En todo el país esta organización reúne a unos 400 sacerdotes y con el paso del tiempo, De la Serna se convirtió en portavoz de esa corriente. Desde ese lugar, analiza con Página/12 el rol de la Iglesia frente a casos como el de Julio Grassi que, dice, “aunque es el más público y más notorio, no es el único”. Para De la Serna, la Iglesia ha trabajado con un modo sistemático de intervención ante cada uno de esos hechos: “Se actúa muchas veces más para evitar el escándalo que para defender a las víctimas”, dice. Su análisis es polémico pero su crítica está avalada por dos razones: su rol en esta nueva corriente de sacerdotes y su cargo de presbítero en actividad dentro de la Iglesia.
Apenas conoció el contenido de la emisión de “Telenoche Investiga”, De la Serna se sentó frente a una pantalla y comenzó a teclear. En un par de horas redactaría una suerte de análisis que durante todo el día de ayer circuló entre el grupo de sacerdotes amigos.
–Usted parece considerar el caso de Julio Grassi sólo como emergente de un fenómeno más general.
–Exactamente. La Iglesia muchas veces actúa más para evitar el escándalo que para defender con justicia a las víctimas. El caso Storni apareció como emblemático, sin embargo conocemos otros casos que frente a denuncias (del tipo), el criterio fue un traslado o un sacarse de encima una papa caliente. Si frente a abusos uno no le renueva los votos a un candidato pero luego lo hacen en otra diócesis, el problema sigue.
–¿Tuvo conocimiento de otros casos? ¿Y sobre Grassi?
–Uno de los sacerdotes de una congregación de la provincia de Buenos Aires me contó que mientras hacía el seminario intentaron violarlo. Pero si me preguntás si conocía algo de lo que se dijo de Grassi en el programa, tengo que decirte que no las había escuchado pero tampoco me terminan de extrañar. Y acá existe también responsabilidad de los medios que lo convirtieron en la Madre Teresa de Calcuta del planeta y se encontraron con una prostituta. Grassi dijo cuando se asoció con Hard Communication que no sabía que eran ex montoneros, y yo me pregunto si con Cavallo puso alguna reserva.
–Una de sus mayores críticas al sacerdote fue, de hecho, los vínculos con el poder.
–Creo que ese tipo de relaciones siempre son peligrosísimas, y en su caso esa relación fue evidente. No sólo aprovechó, sino que fue aprovechado por el poder. Grassi se casó con el poder, y el poder es fascinante y pornográfico. Es la misma relación que gozaron los sindicalistas que de defender a los trabajadores, empezaron a tejer alianzas de poder, o los punteros, que de trabajar por mejoras barriales pasan a participar en componendas o favores. Y esa relación tuvo otro emergente en su relación con los medios y cuando el casamiento es tal, uno termina ligado a Susana, almorzando con Mirtha, aliado a “PNP” o Gelblung, Hadad, Laje, Feinmann.
–Usted sabía que Grassi había sido separado de la dirección de la Fundación por decisión del Obispado. ¿Es un indicio de que algo se sabía?
–Grassi estuvo en su cargo mientras Calabresi estuvo como nuncio. Creo que fue el nuevo nuncio, Abril, y no Calabresi quien lo separó de la dirección. Algo hizo para que se pidiera el cambio de la cabeza de la Fundación. Y si no fue Calabresi, como sospecho, no sería el primer caso de silencio del antiguo nuncio frente a casos de este tipo, tal como lo dijo el padre Montini en el caso Storni.
–Usted asegura que el principal responsable en esta causa es el juez de Menores porque otorga las guardas sin hacer un seguimiento certero.
–Es verdad que la Justicia está sobrepasada, pero así como conozco jueces que trabajan hasta los días de descanso, también me entero de casos como el juez Cámpora de Mercedes. Emancipó a un menor ante la denuncia de La Casita. Ese juzgado está vacante hace 4 años y hay un solo juez para 35 comisarías: ¿Cómo podría hacerlo medianamente bien?
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