- Mirada corta. Fue uno de los temas infaltables en cada conversación de la delegación argentina que viajó de Roma a Estoril. Hubo quienes manifestaron sorpresa, otros dijeron haber perdido la capacidad de asombro. Todos mostraban enojo. Las diferentes reacciones fueron producto del tratamiento que algunos medios argentinos le dieron al discurso del papa Benedicto XVI en el Vaticano. En uno de los párrafos de un discurso escrito y leído con motivo de la visita de las presidentas Cristina Fernández y Michelle Bachelet, Benedicto XVI señaló que la obtención de la paz también implicaba necesariamente “la lucha contra la pobreza y la corrupción”. La referencia a la corrupción ocupó la primera plana de varios matutinos. Varios miembros de la comitiva argentina no disimularon su disgusto. “Es otra tergiversación absoluta de los medios que expresan de forma cruda su pelea con el Gobierno por la ley de medios. De mínima es una mirada corta y mediocre de lo que significó el hecho histórico, y de máxima es una absoluta tergiversación y una manipulación política”, dijo la diputada Patricia Vaca Narvaja, vicepresidenta primera de la Cámara.

- Pan dragón. Portugal es famoso por la calidad de sus aceites de oliva, la belleza de las empinadas calles de Lisboa, sus playas sobre el Atlántico y también por la variedad de su pastelería. Anoche, mientras empleados de hotel y simples pasajeros seguían por TV un partido del Porto, varios periodistas disfrutaron su primera cena en tierras portuguesas. La sorpresa llegó cuando el mozo trajo las bebidas y el pan. En vez de una simple flautita para acompañar con manteca, la bandeja ofrecía cinco tipos de panes distintos. Los mejores: el “pan dragón” y el de sésamo y salvado.

- Pasteles de Belén vs. bolas de fraile. El producto más conocido de la famosa pastelería portuguesa son los “pasteles de Belén”: unas tortitas de crema que se parecen a las facturas de crema pastelera y que fueron creadas por los monjes del Convento de los Jerónimos. Se sabe: la Iglesia siempre estuvo vinculada con la panadería. En la Argentina están las “bolas de fraile” y los “suspiros de monja” –bautizadas por panaderos anarquistas– para demostrarlo.