Sábado, 2 de enero de 2010 | Hoy
EL PAíS › EL RELATO DE SARA DEROTIER DE COBACHO DEL ROBO QUE SUFRIó EL MIéRCOLES
En una entrevista con Página/12, la secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires explica que de muchos datos que le robaron no tiene copias. Sospecha que el hecho tiene que ver con las denuncias que venía recibiendo.
Por Adriana Meyer
No fue un grupo comando, fueron dos individuos armados que sin disparar un tiro se llevaron un valioso botín de la Secretaría de Derechos Humanos provincial. “Estoy bajoneada, pero se ve que estoy trabajando bien que me prestan tanta atención... justamente los que estamos denunciando”, dijo a Página/12 Sara Derotier de Cobacho, a cargo de esa dependencia oficial. Los ladrones se llevaron expedientes con material de juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, pero en esta entrevista la funcionaria puso el acento en las denuncias que viene recibiendo desde hace un mes sobre delitos actuales en la Policía Bonaerense, sobre todo aquellos referidos al reclutamiento de menores por parte de los uniformados para obligarlos a delinquir. “Carlos, fueron polis, ¿verdad?”, le preguntó Cobacho al ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, la misma noche del robo.
“Eran las cinco y cuarto del miércoles. Habíamos hecho el brindis de fin de año y todos se estaban yendo. Estaba con mi equipo de la privada. Dos personas dijeron que querían hablar conmigo porque venían a traerme un presente. Cuando el chico de la mesa de entradas les preguntó sus nombres lo redujeron, no tuvo tiempo de tocar el botón del teléfono. Con el ruido salió el mozo y también lo redujeron y lo mismo a dos compañeros que entraban, que vieron mi ventana abierta y pasaron a saludar. Encañonados los hacen subir la escalera en fila india”, relató Derotier de Cobacho.
–¿Qué armas tenían?
–Uno tenía una 9 milímetros, creo. El más grandote tenía una 32 niquelada, cosa rara en un policía...
–¿Eran policías?
–Es mi sospecha, debido a la forma en que estoy trabajando, últimamente estaba recibiendo denuncias pesadas que tenía en mi notebook, que no la dejo nunca, la tengo siempre conmigo.
–¿Denuncias sobre la dictadura o actuales?
–Tenía el caso del centro clandestino de Arana completo, del Pozo de Banfield, todo lo del chico (desaparecido en una comisaría, Luciano) Arruga, denuncias de corrupción policial en Almirante Brown, en Malvinas Argentinas y Ezeiza.
–¿En estos días acudieron a usted para aportar datos?
–La semana previa a Navidad. Policías que no dieron su nombre pero, por ejemplo, me dejaron un teléfono que lo tenía en el celular que se robaron.
–¿Esos contactos los perdió?
–Y, seguramente ahora no vienen más. Me llevaron el Nextel, ahí tenía todo lo importante, el teléfono de (Daniel) Scioli, de los ministros, y los que yo consideraban no tenían que estar en el otro celular, pero me llevaron los dos. Me pedían la llave de la caja fuerte, sabían que tenía ahí varias carpetas, cerca de 40 expedientes, lo del chico Arruga con nombre y apellido, y estas últimas que estaban en mi notebook. Los tipos insistían con mi notebook, sabían muy bien lo que buscaban. No les quería dar la llave pero cuando le gatillan el arma a mi secretario en la cabeza, se las di. Pensé, esto no es joda, son milicos o polis. Nos ataron con esa cinta plástica dura que lastima. Tenían una actitud muy policial, uno daba órdenes, el otro obedecía. Fue a cara descubierta, uno tenía anteojos, que se le caen cuando se agacha porque la caja fuerte está al ras del piso.
–¿La lastimaron?
–No. Fueron bruscos de palabra sólo conmigo. Pegaron una patada al escritorio que sonó como un tiro, pero no dispararon. El que daba las órdenes estaba iracundo. Preguntaba “dónde está, dónde está”, pero no decía qué. Era la notebook, que estaba al lado del escritorio. Cuando me sacan la llave de mi monedero, se llevan 8 mil pesos de la jubilación de senadora provincial, porque en la secretaría estoy ad honorem. Y se llevaron una pulsera de oro, pero como un souvenir más, su motivo era otro. Todos los demás tenían dinero del aguinaldo y no robaron nada.
–¿Cuál era el verdadero motivo?
–Son los juicios que se aproximan, saben que estoy investigando y la gente habla conmigo, cosas del pasado y del presente, que siempre se juntan. A mí lo que más me embroma es que tenía todo del caso Arruga.
–¿Datos sobre policías que obligan a menores a cometer delitos?
–Sí, el ministro (de Seguridad Carlos) Stornelli conocía esto.
–¿Qué se puede reconstruir de todo eso?
–Estaba por hacer copia de lo que tenía en la computadora pero no llegué. Se perdieron las denuncias nuevas, los nuevos contactos.
–¿Usted tiene custodia?
–En casa sí, en la secretaría trato de actuar con libertad y sin las fuerzas de seguridad. Eso me recrimina Scioli, pero tengo que darle confianza a los que vienen a denunciar, mi oficina es de puertas abiertas. Por eso primero pensé que eran los de ATE que venían a tomar el despacho, porque están con reclamos salariales (se ríe).
–¿Sabe si hay detenidos? ¿Recuperaron algo?
–Uno solo, debe ser uno de los denunciados por mí. No recuperaron nada.
–¿Esto es obra del aparato represivo que no fue desmantelado, como pedían los organismos de derechos humanos en los ’80?
–Tengo consigna en mi casa porque me pasaron varias cosas, desde dos tiros hasta llamadas y autos estacionados.
–¿En qué medida tiene que ver con los juicios?
–Creo que todo se anuda, entraron muchas denuncias de rangos muy bajos de la policía sobre corrupción de unos y otros. Hay más casos como el del chico Arruga, hay muchos más chicos muertos. No están los represores de antes pero están muy bien adoctrinados los que quedaron. Es un universo muy grande, penitenciarios, policías.
–¿El robo que sufrió pudo haber sido planeado en el pabellón de lesa humanidad de la cárcel de Marcos Paz?
–(Luis) Patti tendría mucho que ver porque soy querellante de Patti, puede ser por lo de antes o por lo de ahora, hay varios comisarios echados por denuncias de la Secretaría de Derechos Humanos. El detenido estuvo en un determinado lugar donde estuvo Patti, tengo una denuncia, tiene entre 35 y 45 años. Es un hecho actual referido a la muerte de un menor.
–¿Esto quedará como un episodio más sin resolver, como los casos de los secuestrados Luis Gerez o Juan Puthod?
–Calculo que si son los que yo digo fueron exonerados hace tres meses. Tengo entendido que el gobernador estaba furioso. Yo hice cargo a Stornelli de todo. Trajeron a la Científica, levantaron huellas.
–¿Cuál es la responsabilidad del poder político, de los sucesivos gobiernos bonaerenses?
–No podés tapar el sol con la mano, son demasiadas las denuncias, todos los días una nueva, yo mando todas las denuncias.
–¿Cuántas se esclarecen?
–Muy pocas, pero lo hago. Ahora salí fuerte con los menores.
–Scioli dijo que fue una “actitud mafiosa que no va a quebrar la voluntad de Sara”. ¿Coincide?
–Mi voluntad no, ahora falta tener el acompañamiento necesario, el respaldo. ¿Mafia? Y sí, es corrupción policial.
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