EL PAíS
La mirada de cuatro científicos
- Fortunato Mallimaci, sociólogo: “Los piqueteros pueden pedir y los empresarios pueden dar. Pero seamos conscientes de que así se parece a un favor individual, cuando de lo que se trata es de buscar una solución al problema del hambre, que es un problema del ingreso. Esta salida individual o grupal evoca la beneficencia privada anterior al peronismo y al Estado de bienestar social. Se trata de primero acceder al trabajo y a los ingresos a partir de una distribución más justa de la riqueza. En segundo lugar, contribuir a un Estado que se haga cargo de la pobreza como fenómeno social y no individual. La reivindicación debe ser ante todo política y no sólo de demanda de dádivas”.
- Federico Schuster, doctor en Filosofía: “La acción de pedir comida es legítima en términos éticos y políticos. Hay una sociedad en la cual existe un enorme sector que ha sido desposeído, y este es un planteo que hacen los desposeídos a las grandes corporaciones. Si los supermercados deben darle comida o no es problemático. En principio, los supermercados no tienen la obligación de dar, pero desde algún punto de vista ético, las grandes empresas, y no los pequeños comerciantes e industriales que han sido devastados y están en una situación complicada, deberían encontrar la manera de hacer un esfuerzo de contribuir, pero no sé si respondiendo a una demanda inmediata. Las grandes empresas tienen que encontrar una manera de responder a través de políticas de colaboración. El empobrecimiento en la Argentina se produjo a causa de las transferencias de la riqueza de los sectores trabajadores y pequeños comerciantes e industriales a un sector de grandes capitales que concentró la riqueza. El pedido de comida es sólo un parche. Pero cuando hay hambre debe haber una responsabilidad de todos para poder enfrentarlo”.
- Maristella Svampa, socióloga: “Poner el acento en el carácter extorsivo de una acción sin ver el sustento de la misma constituye una trampa. El pedido de comida no es equivalente al cobro del peaje, como pequeño robo, con el cual algunos jóvenes de los barrios alternan con la changa. Esta acción por un lado se tiene que contextualizar en la situación de hambre que se vive en la Argentina y por la que atraviesan vastos sectores sociales. En segundo lugar, se tiene que entender como medio de presión dentro de las nuevos repertorios de acción implementados por el movimiento piquetero, que incluyen los cortes de ruta, los cortes de acceso a las empresas y, en algunos casos, el pedido de comida a los grandes supermercados. Los piqueteros son actores sociales que están fuera del sistema y hay algunos que les piden acatar o adaptarse a las mediaciones institucionales del mismo sistema que los excluye. En este sentido, esta modalidad de acción lo que hace es cuestionar la política de comercialización de alimentos a las grandes cámaras de supermercados que son también responsables de la situación actual, ya que son grandes actores sociales y no particulares, como el vecino de al lado”.
- Alicia Entel, comunicóloga: “El pedido de comida a los supermercados hay que ubicarlo en contexto determinado, ya que tiene una larga tradición en la historia. En Europa se producían motines de subsistencia en los que los necesitados, debido a las hambrunas, rodeaban los graneros, pedían alimento y se llegaba a situaciones de violencia. El pedido que hacen los piqueteros tiene que interpretarse por lo que significa el lugar especial que los grandes supermercados ocupan en el monopolio de la distribución de alimentos. El pequeño productor de manzanas ya casi no puede subsistir debido, en parte, a la existencia de los supermercados y su monopolio. En ese sentido, los supermercados son actores muy importantes en términos de la injusticia social. Los piqueteros son trabajadores desocupados que no logran poder dar de comer a sus familias, por eso tiene sentido que vayan a los supermercados a pedir comida. Asimismo, es muy importante señalar que el mejor modo de combatir el hambre no es regalando planes Trabajar sino que la gente tenga trabajo. Sería aconsejable que los supermercados distribuyeran comida a los trabajadores desocupados, ya que tienen tantas exenciones impositivas y tantos beneficios”.