-Apablaza. El canciller Héctor Timerman participó anoche de una cena que organizó el presidente de Chile, Sebastián Piñera. Pero, por lo que se preveía, la situación del ex guerrillero Sergio Galvarino Apablaza Guerra probablemente ni se tocara, dado el poco entusiasmo de ambos gobiernos de insistir en la cuestión. Ayer, Timerman reiteró que el mismo fallo de la Corte Suprema que se inclinó por dar la extradición sostiene que primero debe reunirse la Conare, la comisión que debe resolver si se dan las condiciones para que se le conceda el estatus de refugiado político. “La comisión se va a reunir ahora”, reiteró.

-Himno. Una de las particularidades del público que se dio cita en el hotel Hyatt para escuchar el discurso de Timerman fue que muchos llevaban uniforme. Es que participaron varios cadetes de West Point, el instituto de formación de los militares norteamericanos que por su plan de estudios a veces van a escuchar exposiciones como la de ayer. En el arranque, una cantante con el mismo uniforme –pero azul en vez de blanco como los que llevaban los cadetes– se animó a entonar en versión lírica y a capella los himnos nacionales de ambos países, esa extraña costumbre yanqui en los eventos públicos. Obviamente, animarse al español cantado no era nada sencillo pero la llevaba bastante bien hasta la última estrofa. “O lloremos con gloria con morir”, fue lo que se entendió, para extrañeza de los argentinos.

-Guantánamo. Con la diplomacia mundial concentrada en unas pocas manzanas, Timerman mantuvo numerosos encuentros en estos días. Ayer se vio con el subsecretario de Asuntos Políticos del Departamento de Estado, William Burns, con quien mantiene una buena relación desde hace tiempo. Tan buena que le dio para reprocharle los informes anuales que el Departamento de Estado saca sobre Argentina –lo hace con todos los países– que, dijo el canciller, “en Estados Unidos nadie lee y allá los diarios hacen grandes títulos”. Contó que le apostó a Burns una cena si alguna vez un diario norteamericano como el New York Times saca en la tapa uno de esos informes. Planteó como absurdo, por ejemplo, que Estados Unidos se queje de la situación de las cárceles argentinas y “mientras ellos no cierran Guantánamo”.