Miércoles, 1 de diciembre de 2010 | Hoy
EL PAíS › LA PRóXIMA FILTRACIóN DE DOCUMENTOS SECRETOS INVOLUCRA AL SISTEMA FINANCIERO, DIJO EL FUNDADOR DEL SITIO
Julian Assange prometió una nueva serie de filtraciones que expondrán la corrupción en los sectores bancarios, farmacéuticos y energéticos. Ya había declarado que tenía un disco rígido con “cinco gigabytes del Bank of America”.
Por Jerome Taylor *
En una entrevista publicada por la revista Forbes ayer, el fundador de Wikileaks, Julian Assange, prometió una nueva serie de filtraciones que expondrán la corrupción en los sectores bancarios, farmacéuticos y energéticos. “Estas megafiltraciones sólo van a aumentar”, dijo. Podría ser una bravacunada, por supuesto, pero hasta ahora Assange siempre cumplió sus promesas. Afirmó que su próximo paso será exponer la corrupción estilo Enron dentro de un gran banco de Estados Unidos.
Assange se ha negado a nombrar el banco, pero en una entrevista el año pasado afirmó que Wikileaks estaba “sentado sobre cinco gigabytes del Bank of America”, contenido en un disco rígido que pertenecía a un alto ejecutivo. Se piensa que Wikileaks está planeando divulgar esos archivos en algún momento alrededor de Año Nuevo.
Una vuelta a exponer la corrupción corporativa es algo que aplacará a algunos de los primeros voluntarios de Wikileaks, que se han distanciado de Assange por su creencia en que él puso demasiado esfuerzo en las filtraciones de Estados Unidos a expensas de revelaciones menores, menos políticamente explosivas.
También le podría dar al gobierno de Estados Unidos un breve respiro. Pero Assange está más que consciente de que ya despertó a la bestia a la que quizá no pueda domar. “Tratamos con organizaciones que no obedecen la ley”, le dijo a Forbes. “De manera que las leyes no importan.”
Aun antes de la divulgación de los cables secretos de las embajadas de Estados Unidos, Assange tenía muchos enemigos. El ex presidente de Kenia Daniel Arap Moi, ejecutivos en los bancos suizos e islandeses, cientologistas, miembros del Partido Nacional Británico y Sarah Palin se han despertado para enfrentarse a titulares desfavorables gracias a las filtraciones publicadas en su sitio web. Pero luego, Wikileaks comenzó la guerra con Washington y la lista de enemigos creció enormemente. En el término de seis meses, Assange pasó de ser un ex hacker australiano apenas conocido a alguien que hizo campaña por la transparencia de algunas de las figuras más reconocibles y diversas.
Tal notoriedad tuvo un pesado precio personal. La determinación de Estados Unidos de ver a Wikileaks clausurada y a su fundador arrestado han convertido a Assange, de 39 años, en un virtual refugiado, dependiendo de la bondad de sus partidarios para alojarlo, incapaz de poder pasar más que unas pocas noches en un mismo lugar y saliendo rápidamente en busca de lugares seguros. Australia, su país natal, lanzó una investigación penal para ver si había violado leyes locales, mientras que los fiscales de Estados Unidos están preparando sus propios cargos bajo la Ley de Espionaje.
“Estoy confiado en que el Departamento de Justicia esté pensando en cómo procesarlo”, le dijo al Wa-shington Post Jeffrey Smith, ex asesor general de la CIA. Todavía es tema de debate si un extranjero puede ser acusado y llevado a juicio bajo las leyes de espionajes estadounidenses.
En Suecia, donde muchos de los servidores de Wikileaks tienen su sede, los fiscales han emitido una orden de arresto para Assange con cargos de violación, que Assange apeló, y las autoridades de Estocolmo han rechazado su pedido de residencia. El insiste en que las acusaciones de violación fueron fabricadas y son parte de una campaña de calumnias y acusa a las autoridades suecas de unirse a la presión de Estados Unidos para atacar a su organización.
Durante los últimos tres meses, Assange estuvo básicamente en Gran Bretaña, pero evitó los hoteles, las tarjetas de crédito que pueden rastrearse y pocas veces usaba su celular. Hasta se había teñido su pelo blanco brillante de marrón para que fuera más difícil que sus potenciales enemigos lo reconocieran en la calle. Sin embargo, sus días en el Reino Unido están contados. Se cree que su visa expira a principio de año y, si Estados Unidos sigue con el procesamiento, pronto se puede ver volando a través del océano Atlántico para enfrentar a un jurado.
En el caso de Assange, cualquier extradición puede requerir el consentimiento de Australia, pero es muy probable que su gobierno lo dé.
Un santuario potencial para él podrían ser los gobiernos izquierdistas de América latina. Ayer, Ecuador le extendió una mano de bienvenida a Assange, diciendo que le darían asilo “sin ningún tipo de problema y sin ninguna condición”. Hugo Chávez de Venezuela también estaba públicamente encantado con las recientes filtraciones del Departamento de Estado.
Donde sea que Assange decida establecerse, un cosa es cierta, las filtraciones seguirán apareciendo. Durante el último mes, los administradores de Wikileads han tenido que suspender el ala de informes porque se han visto abrumados por el número de nuevos denunciantes que les mandan información. Cualquiera que crea que el fundador de Wikileaks se va a recostar en los meses venideros y esperar que pase el chubasco está equivocado.
Aquellos que conocen al australiano de 1,90 metro lo describen como un hombre decidido y obsesivo que se deleita con su imagen delictiva. Comprometido profundamente con la “libertad de información fundamentalista” está por encima de todo, motivado por la firme creencia de que toda información debería ser de dominio público. Pero su política personal está muy influenciada por una fuerte antipatía hacia Estados Unidos y la corrupta cultura corporativa.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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