EL PAíS • SUBNOTA
› Por Mario Wainfeld
Mendoza es una provincia con mucha alternancia electoral, bipartidista. Desde 1983 el peronismo gobernó cuatro veces, contra tres del radicalismo. Los correligionarios confiaban en empatar en 2011, desde 2008 daban la impresión de tener la vaca atada. Se conjuraban la irrupción nacional del vicepresidente Julio Cobos, el ascenso del senador Ernesto Sanz, la mala gobernación del justicialista Celso Jaque. En 2009 los comicios fueron un paseo para la UCR. Roberto Iglesias, quien fue gobernador entre 1999 y 2003, ganó la interna a codazos y esperaba su momento. La gobernación se elige el mismo día que la fórmula presidencial.
Desde hace unos meses, Iglesias barrunta que la candidatura nacional del diputado Ricardo Alfonsín le tira para abajo la intención de voto. El domingo pasado entró en pánico. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner arrasó en la tierra del sol, el buen vino y el Cleto. Sumó el 46,92 por ciento de los votos. Alfonsín salió tercero, con 11,83 por ciento.
Tal fue la angustia de Iglesias que especuló con armar una colectora y “colgar” su boleta debajo de la del Frente Amplio Progresista (FAP) que lidera el gobernador Hermes Binner. Con otra, claro, iría debajo de “Ricardito”. La maniobra, como se explicó ayer en Página/12, no encuadra en la ley vigente pero da cuenta de la ansiedad de quien se descontaba vencedor. La jugada, pues, no prosperará, pero hace escuela. Intendentes boinas blancas de algunas ciudades exploran la posibilidad legal y política de adelantar los comicios municipales, despegándose de Alfonsín y, aunque no lo expresen así, de Iglesias. Por arriba y por abajo, cada cual atiende su juego.
El segundo puesto obtenido por el gobernador Alberto Rodríguez Saá, en alianza con los demócratas mendocinos, es otra astilla para el radicalismo. Los “gansos” venían perdiendo peso relativo en una provincia que jamás gobernaron merced al voto popular. El largo 20 por ciento logrado por “el Alberto” y sus socios locales es un desafío a Iglesias, que se vino sesgando a derecha, tanto que en 2003 apoyó la candidatura presidencial de Ricardo López Murphy. El incordio podría agravarse porque los gansos estudian hasta armar de arrebato una fórmula para la gobernación. Los baqueanos de la política mendocina barruntan que se irán en amagues pero, en cualquier caso, el horizonte radical se ensombrece.
La otra figura potente boina blanca, el intendente de la capital provincial Víctor Fayad, luce mejor parado. Va por la reelección, los comicios están desdoblados. Cristina Kirchner arrasó también en esa bella ciudad, pero este podría ser uno de tantos casos en los que la competencia por cargos comunales o provinciales se autonomice de las nacionales.
Ya que estamos, otra capital de provincias, Córdoba, atiza ilusiones radicales. Ramón Mestre (hijo) mide bien en los sondeos. Y, de nuevo, estar desacoplados de las presidenciales funge como viento de cola.
Entre esas y otras intendencias menos descollantes y conservar, si se puede, el número de bancas en el Congreso nacional, navegan las reales expectativas radicales.
- - -
En La Pampa, el senador Carlos Verna esperaba formidables cortes de boleta. El choque entre la Casa Rosada y su sector del peronismo sería castigado en las urnas. La candidata impulsada por la Presidenta, María Luisa Alonso, poco conocida en la provincia, pagaría el pato. Nada sucedió conforme con los vaticinios. La Presidenta arañó el 48 por ciento y su elegida más del 46 y medio. El “vernismo” enfundó violín en bolsa, la reacción del “peronismo peronista”, que tantas ilusiones atizaba en la cadena privada de medios, quedó para mejor oportunidad.
El gobernador reelecto José Manuel De la Sota quedó con un palmo de narices en Córdoba y contempla atribulado la competencia para elegir diputados nacionales.
- - -
El diputado Francisco de Narváez ensaya diferenciarse de los radicales y de Eduardo Duhalde merced a un discurso que reconoce virtudes al gobierno. Mauricio Macri se hace el distraído mientras sus huestes propagan señales disímiles. Por un lado, el ministro Esteban Bullrich publica una columna en este diario que asume méritos del kirchnerismo. Por otro, el diputado Federico Pinedo pide un disparate y un imposible: que varios presidenciables opositores retiren su candidatura.
Duhalde se dedica a meter miedo, con un discurso que rezuma pasado y rencor. Banderas subversivas ve flamear, la misma imagen que lo indujo a darle rienda suelta a la Bonaerense, en los días previos a los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. En ese trance perdió la presidencia, ahora pone menos en riesgo.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux