La elección del salón de fiesta puede ser tan significativa como la celebración o los discursos. La Unión Industrial Argentina (UIA) conmemorará el Día de la Industria en Tecnópolis, que ha devenido un emblema de las políticas oficiales y un centro de atracción masiva. Tamaña señal. Un lugar “tan K” y con tanto público trasluce un ánimo negociador de ese sector de las corporaciones patronales. Serán invitados gobernadores, legisladores, funcionarios del Ejecutivo nacional, “quién sabe vendrá Cristina”, se entusiasma uno de los popes, cristinista de la primera hora ulterior al escrutinio.

En la Casa Rosada se atesora el triunfo del domingo, se sopesa quién apoyó o se distrajo o se enojó en los meses previos o en las vísperas. El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, informó que estaba con gripe el domingo y no fue a votar a su Mar del Plata natal. En el círculo más íntimo de la Presidenta se tomó debida nota y se tradujo la enfermedad más en clave táctica que somática. “Hugo” llamó por teléfono a la Presidenta prestamente, la felicitó; el diálogo fue cordial pero el entripado quedó. Sectores internos de la Confederación General del Trabajo que jamás lo apoyaron se le fueron encima. En Balcarce 50 tienen memoria larga, fueron antagonistas del Negro pero, antes que de él, del kirchnerismo.

Las corporaciones se reacomodan frente a un tsunami electoral, que tiene pinta de repetirse en octubre. Salvo Hugo Biolcati y los multimedios, los demás buscan retomar posiciones. La pregunta del millón sigue siendo si el Grupo Clarín acelerará su escalada cotidiana (que tan pocos réditos le ha rendido y ha terminado por confundir a la tropa propia) o si se impondrá un nivel de espera. Una de las cuentas que deben hacer es qué fracción de su público votó a la Presidenta. Si Clarín es como la Argentina (un viejo blasón del Grupo), uno de cada dos.