Martes, 1 de mayo de 2012 | Hoy
Por Alejandra Dandan
La Justicia de San Martín intenta averiguar en un expediente abierto en los años ‘90 el lugar donde se ocultó el cuerpo de Mario Roberto Santucho, el jefe político del ERP. Hace catorce años habían convocado a declarar en esa misma causa al dictador Jorge Rafael Videla, pero en ese momento negó tener información. El viernes pasado, en el marco de las últimas declaraciones a dos periodistas y a pedido de la querella, la jueza Marta Forns, a cargo de ese expediente, volvió a llamarlo. Videla ahora reconoció por primera vez que él ordenó “no dar a conocer el lugar donde iban los restos de Santucho para evitar homenajes en ese momento”. Explicó que “la muerte de Santucho no era una muerte común”: “Además de un hecho bélico, tenía una tremenda connotación política que afectaba la conducción de la guerra por ser Santucho el muerto”. Y señaló que el responsable de decidir la ubicación del cuerpo fue el ex general Santiago Omar Riveros, ex jefe de Institutos Militares, que fue el encargado de la zona 4 del Ejército y lo mostró como el responsable del traslado del cuerpo al Hospital Militar de Campo de Mayo. Riveros será convocado a declarar en esa causa. Videla se ofreció a hablar con él si hace falta. “Un secreto entre más de dos ya no es secreto”, dijo el ex dictador mientras esperaba que le impriman una copia de la declaración.
La causa se tramita en el Juzgado en lo Contencioso Administrativo Federal N° 2 de San Martín, en un expediente abierto a modo de un juicio por la verdad que no busca responsables penales sino saber dónde están los cuerpos desaparecidos de Mario Roberto Santucho y de Benito Urteaga. En representación de la querella de Blanca Santucho, el abogado Pablo Llonto le pidió al juzgado que convoque a Videla a declarar.
“En esa oportunidad –dijo Videla– decidí como comandante de las Fuerzas que era conveniente que no se conociera el lugar de los restos del señor Santucho, por la expectativa que podía generar que se conociera el lugar del depósito –dijo–. Lo que estaba viviendo la institución era una guerra y esta noticia no era una noticia cualquiera (...) Santucho no era Juan Pérez. Y ahí se decidió no dar a conocer el lugar donde iban los restos para evitar homenajes en ese momento.”
En la declaración de tres horas en las que no paró de hablar y manifestó su voluntad de creer que era el momento de abrir la información, le preguntaron quién o quienes decidieron el lugar de destino del cuerpo de Santucho. Y ahí se refirió a Riveros: “El general Riveros, encargado de la zona 4 de Campo de Mayo”. Y dijo que “solamente el ejecutor del acto sabe el lugar preciso” y que él “personalmente no sabe dónde están radicados”. Cuando le preguntaron si sabe quién puede saber dónde están esos restos, explicó que “tiene que haber alguien más que lo sepa” y recordó que cuando esa causa empezó, eran tres los comprometidos: él, Riveros y (el general retirado Fernando) Verplaetsen.
Cuando le preguntaron si tomó la decisión de ocultar el cuerpo de Santucho con otros comandantes, dijo indirectamente que sí: “Con la trascendencia del hecho es inevitable que hayan participado como colaboradores. Si bien la conducción de la guerra no fue conjunta en este caso, además de un hecho bélico, tenía una tremenda connotación política que afectaba la conducción de la guerra por ser Santucho el muerto”. También dijo que él no estuvo en Campo de Mayo cuando fueron llevados los restos, pero que “se imagina que seguramente sus camaradas estuvieron para corroborar ese episodio y la muerte y el estado del cadáver”. Dijo que Riveros “seguro que estuvo en ese lugar”.
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