Miércoles, 4 de julio de 2012 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Eduardo Epszteyn *
La ampliación presupuestaria solicitada por el ingeniero Macri a la Legislatura, de aprobarse, viene a acentuar la regresividad de su política fiscal.
Al macrismo le toca gobernar la Ciudad en un contexto inédito de crecimiento económico de la Argentina. El Estado local, asimismo, creció en su importancia sobre la economía de la Ciudad. Entonces, el volumen de recursos que gestionó el ingeniero Macri es formidable.
Estos ingentes recursos tienen dos orígenes. El primero, los incrementos de alícuotas y bases imponibles de todos los impuestos de la Ciudad; en algunos de esos casos estuvimos de acuerdo, en virtud de darle progresividad a la matriz tributaria; en otros no.
La otra fuente de recursos es un verdadero descontrol del endeudamiento público, que explotó a niveles inverosímiles, con tasas siempre por encima de los promedios de mercado y comisiones caras. El ingeniero Macri estafó a los ciudadanos de la ciudad cuando, en repetidas oportunidades, los endeudó onerosamente, con la excusa de “hacer obras”.
La realidad es que desde 2008 el stock de deuda en bonos creció un 346 por ciento y el desarrollo total de obras de infraestructura, cuatro veces menos: la deuda contraída no está en aulas, ladrillos, árboles o tomógrafos. Sus vencimientos comprometen severamente a la Ciudad entre 2015 y 2017. Ahora viene por 610 millones de pesos más.
El drenaje de este importante flujo de recursos viene por el lado del desmanejo de los contratos de servicios públicos por privados, a los que se les “otorga” una elevada indexación real. Es este conglomerado contratista el verdadero problema de la Ciudad, y limitado el rol de la política. El ingeniero Macri los trata con una “piedad” que no tiene con la gente que duerme en la calle o con los trabajadores de la salud.
En términos de bienestar de las mayorías, la ecuación es siniestra: la Ciudad queda endeudada para pagar cada vez más caros los servicios corrientes y sin grandes nuevas infraestructuras. La irresponsabilidad hará crisis cuando haya que pagar la verdadera deuda: con los porteños, por mejores condiciones de vida, que se proveen con más infraestructura y más compromiso del Estado.
La inquietud es si el ingeniero Macri se cree en realidad los textos falsos que le escribe Duran Barba. El verso dice que es “lo nuevo” en la política. En la gestión, como vimos, es un émulo de Cacciatore.
* Auditor kirchnerista de la Ciudad de Buenos Aires.
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