Mar 27.05.2003

EL PAíS • SUBNOTA

“La idea neoliberal ha recibido un golpe colosal”

› Por Eduardo Tagliaferro

“Según me explicaban las autoridades universitarias, se planteaba una actividad en la que participarían algunos estudiantes cómodamente sentados en una sala. Por si acaso, si venían más, se había instalado una pantalla gigante en las escalinatas. Tengo que hacer una crítica a nuestros compañeros: Ustedes subestimaron al pueblo argentino”, arrancó el presidente cubano Fidel Castro desde las escalinatas de la Facultad de Derecho. Fue el primer párrafo de más de dos horas y media de disertación. La idea original de que unas mil personas lo escucharan en el aula magna, había sido superada por una marea desbordante de jóvenes, ancianos, mujeres, piqueteros, empleados de saco y corbata y profesores universitarios que se desesperaban por encontrar una ubicación destacada. El cierre se lo dedicó al resultado de los últimos comicios en la Argentina. Evitando nombrarlo y refiriéndose a la derrota de Carlos Menem, le dijo a la multitud: “Ustedes no saben el servicio que le han prestado a América latina y el mundo”.
En un principio la actividad estaba programada para las siete de la tarde. Los primeros en llegar habían logrado una butaca apenas se abrieron las puertas a eso de las cinco. Pero de repente la multitud se desbordó y no quedó ningún espacio sin ocupar. Todos los esfuerzos por imponer cierto orden fueron en vano. Fracasado el intento por despejar los accesos al aula magna, fue el propio canciller cubano Felipe Pérez Roque el que exhortó a los estudiantes a abandonar el salón para que la actividad pudiera realizarse frente a las escalinatas de la facultad.
“Me comenzaron a llegar noticias de que había dos mil, tres mil. También las emisoras comenzaron a explicar lo que aquí ocurría. Nosotros tenemos cierto hábito de calcular la gente que va a una concentración y entonces esto parecía La Plaza de la Revolución”, le comentó Fidel a la multitud. En un sinceramiento de los pormenores del acto, Castro le señaló a la multitud que sus colaboradores le repetían que en esas condiciones era imposible concretarlo. “No me hago a la idea de que haya imposibles”, comentó dejando en claro que, a pesar de todos los contratiempos, fue su decisión la que garantizó la realización del acto.
Durante dos horas y media contó anécdotas del guerrillero argentinocubano Ernesto “Che” Guevara, se explayó sobre la educación y la salud en Cuba, sobre el combate al Dengue y por supuesto sobre el enorme “vecino” que lo mira desde el norte. Aunque se cuidó de respetar los andariveles diplomáticos no dejó pasar la oportunidad de hacer una mención a los últimos comicios en la Argentina.
Sin nombrarlo, destacó la derrota de Carlos Menem. Fue cuando luego de hablar del ALCA y de señalar que “hay que evitar que ese veneno circule por nuestros países”, comentó: “tuve gran satisfacción y júbilo con el resultado de las elecciones en esta queridísima Argentina. Porque lo peor del capitalismo salvaje, como dice Hugo Chávez, lo peor de la ofensiva neoliberal, ha pasado. Sin nombrarlo, les digo que la organización neoliberal ha recibido un golpe colosal y ustedes no saben el servicio que le han prestado a América Latina y al mundo”.
Fidel no quiso nombrarlo y la multitud tampoco quiso oír su nombre. Cuando parecía que estaba por nombrarlo, a voz en cuello le gritaron “No”. Castro se estaba acercando a los últimos momentos de su discurso, aunque nadie era capaz de predecirlo. Los miles que concurrieron a la Facultad de Derecho a pesar del frío, lo escucharon con un silencio desacostumbrado.
Luego de caracterizar a la globalización neoliberal como “cosa terrible” y de señalar que “es creciente el número de personas que tomaron conciencia en América Latina, recordó que en su visita a La Habana, el papa Juan Pablo II había hablado de “globalización solidaria”. Aquí volvió sobre la realidad nacional: “Será un día de gloria el día que el pueblo argentino pese a las divisiones y fragmentaciones pueda decir ‘otro mundo mejor es posible’”. Pero tampoco ese es un punto de llegada. En esemomento, propuso, “habrá que repetir que otro mundo mejor es posible y luego otra vez y otra vez. (José) Martí decía que los sueños de hoy serán las realidades del mañana. Se los dice un soñador que ha tenido el privilegio, no el mérito, de vivir muchos años”, concluyó.
Durante las dos horas y medias, tuvo tiempo para detenerse en las políticas educativas que se implementan en Cuba y sobre la Facultad Latinoamericana de Ciencias Médicas, un emprendimiento en el que estudian jóvenes becados del Tercer Mundo. Recordó que de acuerdo a estimaciones estadounidenses un graduado universitario cuesta 200 mil dólares, y luego de señalar que allí se habían recibido, unos 10 mil médicos, destacó que “Cuba le aportó a los países del Tercer Mundo unos 2 mil millones de dólares”.
También le dedicó un buen espacio a contar anécdotas sobre el Che. Comentó que todos los fines de semana Guevara intentaba escalar el Popocatépetl, una cima volcánica a las afueras de la ciudad de México. Aunque no lograba hacerlo, contó que cada siete días volvía a intentarlo y “si no se hubiera embarcado con nosotros hacia Cuba, seguramente seguiría intentándolo”. Resaltó que los domingos en Cuba, en su día libre, el Che se dedicaba a tareas comunitarias y comentó que así nació la idea del trabajo voluntario. Con los comentarios sobre el Che homenajeó a la multitud embelesada que tuvo su propia Plaza de la Revolución.

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