Dom 24.02.2002

EL PAíS • SUBNOTA  › POR DALMIRO SAENZ *

El juguete nuevo

La diferencia entre un adulto y un chico es el precio de sus juguetes. Las asambleas populares son un juguete. Pero son los juguetes los que mueven el mundo. Si nos fijamos en los triunfadores económicos veremos que son gente a las que no les interesa el dinero sino ganar el dinero. Son jugadores compulsivos y el dinero es el pretexto que tienen para jugar. El dinero es el juguete.
Ese juguete que es una asamblea popular nos permite jugar a que somos mejores de lo que somos, cosa que es cierto, porque uno es más lo que quiere ser que lo que es.
En una asamblea popular lo primero que se nota es que toda la energía está puesta en el funcionamiento de la propia asamblea, o sea que aman más la cacería que la presa.
El estallido de realidad que nos ha acontecido generó esta nueva forma de participación para crear una nueva Argentina. Los argentinos intuimos que van a cambiar los hábitos, que vamos a conocer gente distinta, que vamos a inaugurar nuevas formas de vida, que se van a plantear otras expectativas, que vamos a sufrir pérdidas, que van a aumentar nuestras carencias y sabemos que el hombre es lo que son sus carencias.
El tomar conciencia de que en el mundo actual el que trabaja no tiene tiempo de ganar dinero descolocó la jerarquía de valores para los que fuimos domesticados. Desde muy chicos ese primer grito de recién nacido, esa primer protesta de la nada ante la prepotencia de la vida empezó nuestra domesticación. Cualquier actitud que sabotee esta compulsión a la repetición es una actitud positiva. Repetir es no ser y los que no son forman parte de la línea de montaje del poder. Nos han domesticado para no ser y estas asambleas populares están buscando su propia búsqueda sin darse cuenta de que uno solo busca lo que ya ha encontrado o como dicen los místicos el que busca la fe ya la encontró.
La cantidad de idioteces que podemos oír en una asamblea popular no debe asustarnos. Generalmente, la suma de idioteces se acercan a la sabiduría más que a la inteligencia. O sea que la nueva Argentina está más cerca del sentir que del pensar.

* Escritor. Autor de Setenta veces siete, Yo también fui un espermatozoide, Vida sexual de Robinson Crusoe, La muerte del vientre de oro y Te odio político, entre otras obras.

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