Los resultadistas, los que en el fondo no entienden nada y se agarran de los números recién sacados del freezer, dirán (esperarán el momento agazapados para recordarlo) que con línea de cinco el equipo iba ganando 1-0 y con Higuaín y Gago en la cancha empató 1-1. Pero está claro que las sensaciones, que valen –y mucho– están diciendo otra cosa totalmente distinta: al primer tiempo, aunque se iba ganando con un gol de carambola, se lo padeció; el segundo se vivió con mucha intensidad. En el primer tiempo la figura fue Romero y en el segundo, Messi. En el primer tiempo a la pobre pelota la destrozaron, la hicieron cuadrada, y en el segundo, con la entrada de Gago, la redondearon para que llegara a los de arriba. El primer tiempo fue tan pero tan espantoso que el segundo pareció una maravilla. Ganar en el debut siempre es importante. Y jugar un rato al fútbol también.