Mié 05.11.2003

EL PAíS • SUBNOTA  › VECINOS Y CURIOSOS FRENTE A LA CASA DE LOS BELLUSCIO

A los bocinazos en San Isidro

“Lo importante es que está vivo y todo se terminó. Su madre estuvo muy mal durante todos estos días, me alegró por Pablo porque es un buen chico. Mi hija le llevó a su madre una imagen de la Virgen de Luján para que le rezara por su hijo. Por suerte se terminó todo”, suspiró aliviada Marta, una vecina del barrio donde vive la familia Belluscio, en San Isidro. Al trascender en la mañana de ayer que Pablo estaba en su casa junto con sus seres queridos, después de 43 días de secuestro, vecinos y curiosos rodearon con sus autos las inmediaciones de la vivienda, ubicada en López y Planes al 1400, y mediante bocinazos festejaron la noticia. Por unas pocas horas, el joven permaneció allí y luego fue trasladado a un centro asistencial.
Sus familiares optaron por el silencio y se limitaron a entregar un escueto comunicado de prensa en el cual agradecieron “el apoyo de la sociedad y la tarea cumplida por los medios” durante la cobertura del caso.
“A Pablo lo conozco desde que era chico. Es un buen pibe y me alegro que ahora esté bien. La zona es bastante insegura pero nunca imaginé que podía pasar algo así. Cuando me enteré de que le habían cortado un dedo y que todo estaba filmado en un video me pareció terrible. No me quiero imaginar todo lo que habrán sufrido sus familiares en estos días”, señaló a Página/12 Enrique, que asegura conocer al joven Belluscio desde la infancia. Aunque durante el secuestro la familia mantuvo muy pocos contactos, algunos vecinos confiaron que la madre de Pablo estaba muy desmejorada y que había perdido varios kilos durante el cautiverio de su hijo. “Me la crucé un par de veces y la noté muy mal. Le pregunté si sabía algo y me dijo que no con la cabeza. No quise molestarla”, confió una vecina que pidió no ser identificada.
El mutismo que reinaba en el hogar de los Belluscio fue interrumpido brevemente por una persona de mediana edad que se identificó como “familiar cercano” del joven. “Pablo está vivo pero no está bien. Sufrió mucho. Está en libertad porque pagamos el rescate”, consignó al ingresar por una de las tres entradas que tiene la casa. A medida que se congregaban los curiosos, se tejían distintas conjeturas sobre el caso. “Acá hay algo muy raro, eran los únicos en el barrio que tenían una custodia privada con garita en la puerta de la casa y les vino a pasar justo a ellos”, remarcó Marta.
A medida que avanzaba la tarde, los curiosos se retiraban. Uno de ellos se esforzó en destacar un dato positivo generado en el lugar a raíz de la cobertura de los medios de prensa. “Con tantos periodistas presentes, la Municipalidad al fin vino a destapar el sumidero de la esquina. Dos años reclamando y se acordaron justo hoy”, se quejó un vecino llamado Juan, mientras se alejaba por la vereda.

Informe: Leonardo Castillo.

Nota madre

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