Mar 23.03.2004

EL PAíS • SUBNOTA  › LAVAGNA PREPARA LA OFENSIVA SOBRE DEFOLTEADOS

La estrategia del ministro

› Por David Cufré

La votación unánime de los 24 directores del FMI en favor de la Argentina, incluidos los representantes del Grupo de los Siete, es una suerte de tregua entre el organismo y el Gobierno para facilitar el arranque de la negociación con los acreedores. Así se lo dijeron expresamente a Roberto Lavagna sus pares de Economía y los delegados ante el Fondo de Gran Bretaña, Francia y Holanda, quienes lo llamaron ayer por la mañana para anticiparle, además, su voto positivo en la reunión del Directorio. El comunicado del FMI ratificando la aprobación de la revisión de las metas, con la firma de Anne Krueger, muestra que además de una tregua el gesto debe entenderse como un virtual ultimátum. En varios párrafos se insiste en que es “clave” que la Argentina avance rápidamente en la reestructuración de la deuda, y advierte que debe “tomar en consideración las propuestas de los acreedores”.
El nuevo escenario surgió de un acuerdo entre el Gobierno y su par de Estados Unidos. La administración Bush –con el subsecretario del Tesoro, John Taylor, en un rol protagónico– se comprometió a interceder en favor de la Argentina ante el G-7 y ante los demás países que votaron en contra en el Directorio del Fondo. En total, ocho. A cambio, el Gobierno –entre otras varias pesadas exigencias– debe mostrar predisposición para llegar cuanto antes a un arreglo con los acreedores, dando pasos concretos en esa dirección. Estados Unidos cumplió su parte al lograr que todos los directores del FMI levantaran ayer su mano. Gran Bretaña, Italia y Japón, miembros del G-7 que en la votación anterior se habían abstenido, aceptaron la estrategia estadounidense.
Lavagna, por su parte, se apuró en hacer varios gestos: ofreció una entrevista a la cadena CNN para enviar un mensaje a los tenedores de bonos, participó de un almuerzo en la Embajada de Estados Unidos con la presencia de veinte poderosos empresarios y concretó la primera reunión oficial del sindicato de bancos desde que fue creado. Fueron tres acciones, algunas simbólicas y otras muy concretas, que evidencian la vocación del Gobierno por acelerar los pasos de la reestructuración.
El sindicato de bancos que colaborará en el canje de los bonos en default se reunió con el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, para empezar a pulir la propuesta definitiva que la Argentina les hará a los acreedores. Desde mañana comenzarán los encuentros con una decena de grupos de bonistas de todo el mundo, quienes tendrán un anticipo de la oferta que se está delineando.
Economistas de Merrill Lynch, Barclays y UBS, los tres miembros extranjeros del sindicato de bancos, más otros del Nación, Galicia y BBVA Francés, los integrantes locales, seguirán hoy con ese trabajo, bajo la orientación de Economía. Krueger les envió un mensaje: “La implementación consistente del marco de reestructuración de la deuda será esencial para recibir el apoyo continuado de la comunidad internacional”, advirtió en el comunicado.
Lavagna escuchó el mismo planteo de boca del embajador de Estados Unidos en Buenos Aires, Lino Gutiérrez, y de un grupo de poderosos banqueros y empresarios. Fue en un almuerzo en la embajada de la Avenida del Libertador. Allí estuvieron los presidentes del Citibank, Juan Bruchou, y del BankBoston, Manuel Sacerdote; los directores del JP Morgan Chase Argentina, Marcelo Podestá, y de Lehman Brothers Sudamérica, Héctor Cohen; los titulares de Siembra AFJP (Citibank), Ricarto Guitart; de American Express, Oscar Girola, y del fondo de pensión del HSBC, David Budd, entre otros.
“Confiamos en que sobre finales de mayo, cuanto mucho en la primera mitad de junio, estaremos en condiciones de concretar una oferta detallada sobre la base de los principios generales que establecimos el año pasado en Dubai”, afirmó Lavagna, más tarde, en una entrevista con la cadena CNN. Ante la consulta de si el Gobierno seguirá adelante con la quita del 75 por ciento, el ministro señaló que “una parte de la oferta es la quita del 75 por ciento, la otra es la decisión política del Gobierno de coparticipar con nuestros acreedores el crecimiento de los años futuros”. Es decir, fijar bonos atados al crecimiento.

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