EL PAíS
• SUBNOTA › SIN EXCARCELACION PARA LOS DELITOS ABERRANTES
Una tarea rápida en el Senado
› Por Eduardo Tagliaferro
Vigilados por la atenta mirada de Juan Carlos Blumberg, los senadores aprobaron por unanimidad la prohibición de conceder excarcelaciones en casos de delitos aberrantes, prohibiciones para la venta de celulares usados y penalizaciones para el juego clandestino. Fueron cerca de seis horas de debate en las que se escucharon todo tipo de propuestas y argumentos. A pesar de la desmentida de unos pocos, la gran mayoría reconoció que legislaban bajo la presión de los medios que impulsaron la marcha del pasado jueves. “Cuando mataron a un custodio de Carlos Ruckauf se votó un agravamiento de penas para quienes maten a policías. Luego dos policías federales mataron en el Riachuelo al chico Ezequiel Demonti y votamos un proyecto agravando las penas de delitos cometidos por policías. En algo estamos fallando. Algo estamos haciendo mal”, dijo la santacruceña Cristina Fernández de Kirchner, dejando en claro los vaivenes con que vienen actuando los legisladores.
Vaivenes que no son ni más ni menos que los que viene teniendo el escenario político de los últimos años. Fue precisamente la política de “meter bala a los delincuentes” enarbolada por Carlos Ruckauf la que puso fin a la reforma de la “maldita policía” bonaerense. Luego del fracaso de la política de mano dura de Ruckauf, de Jorge Casanovas y del carapintada Aldo Rico, continuó una larga saga de traspiés, equivocaciones y otras yerbas. La multitudinaria marcha del jueves pasado permitió al fugado ex gobernador volver a posicionarse en el centro de la escena como si nada hubiera pasado.
Lo dejó en claro la santacruceña cuando dijo “ahí está como mudo testigo (de la inoperancia de aumentar las penas) la veintena de leyes que hemos sancionado”. Para la legisladora, el debate no era “una cuestión dogmática, ni ideológica, ni de izquierda, ni de derecha, sino de eficacia”. Claro que antes había dejado en claro que el principal problema es la Policía Bonaerense. Lo hizo repitiendo definiciones del presidente Néstor Kirchner. “El Presidente lo dijo con claridad. Hay que tomar la decisión de ir a fondo con la Bonaerense. El Gobierno va a acompañar porque lo vino demostrando”, dijo para dejar en claro que uno de los principales escollos para superar el actual estado de inseguridad es precisamente la policía provincial.
Varios fueron los que privilegiaron mostrarse condescendientes con el señor Blumberg. Tal fue el caso de la salteña menemista Sonia Escudero, que decodificó que “el pueblo argentino dijo basta”. También aprovechó para dejar en claro cuál es su interpretación de la historia reciente Argentina al decir “que esperaba que se mirara al pasado como una enseñanza y no como una revancha”. Ni siquiera lo insinuó pero quedó en claro que el acto del 24 de marzo en la ESMA le había producido alguna incomodidad. Fue Cristina de Kirchner quien acusó ese recibo y respondió: “Los crímenes son crímenes, hace 20 años y también hoy”.
El salteño del procesista Partido Renovador Salteño, Ricardo Gómez Diez, también se alineó con Blumberg. Lo hizo para desmentir que la marcha que concluyó con velas frente al edificio del Congreso tuviera un tinte fascista. “Hebe de Bonafini ha dicho que los manifestantes que acompañaron a Blumberg responden a la derecha fascista de la Argentina, lo cual no me sorprende de una señora que defiende a la ETA y Al Quaida.” Fue la bonaerense Diana Conti quien tomó ese guante y dijo que “la democracia permitía construir un país en el que vivieran Hebe de Bonafini y Domingo Bussi”. Aquí tomó la palabra su hijo, el estadounidense Ricardo Bussi. “Al general lo votaron varias veces para gobernador. No son comparables”, interrumpió el descendiente del dictador. “La dignidad de una persona no se da sólo por el voto popular. Cuando mataba gente no lo votaba nadie”, retrucó Conti. Profundamente emocionada y bordeando el llanto, la bonaerense tuvo la más destacada pieza oratoria de la noche. “El desafío de esta democracia es resolver el hambre y la inseguridad. Yo no estoy sesionando solamente para el señor Blumberg sino para mi pueblo”, dijo para explicar por qué, aun en contra de su concepción doctrinaria, votaría las leyes. No dejó de señalar que “nuestras cárceles están llenas no de ricos que matan sino de pobrecitos presos, en muchos casos, por delitos de poca monta. Los discursos de mano dura son discursos de barricada”. El único que se opuso a las prohibiciones de excarcelaciones fue el socialista Rubén Giustiniani.
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