EL PAíS
• SUBNOTA › OTRO AGITADO DIA PARA JUAN CARLOS BLUMBERG
En cada lugar del Congreso
Por E. T. y F. Y.
En privado regañó a los senadores. En público amonestó a periodistas y se reservó el derecho de veto diciendo que “no coincidía con algunos proyectos de los senadores”. En Diputados se le dio un lugar preferencial para seguir el debate. Bandeja que en las sesiones inaugurales de los períodos legislativos son reservadas a los ministros de gobierno. Con una planilla en la que tenía las fotos de todos los legisladores fue siguiendo el debate y marcando los dichos de cada uno de los parlamentarios. Seguido con excitación por los medios de comunicación, Juan Carlos Blumberg fue un virtual auditor de la sesión de ambas Cámaras del Congreso.
Cuando Blumberg llegó al Senado, exigió ocupar un lugar en el recinto para seguir bien de cerca el debate. Encontró en la salteña justicialista Sonia Escudero una aliada, quien pidió por su espacio. Las autoridades de la Cámara alta se sorprendieron. El que reaccionó fue el secretario parlamentario Juan Estrada: “Es antirreglamentario”. A Blumberg no le quedó otra que ir a los palcos, pero a diferencia del cortesano destituido Eduardo Moliné O’Connor, que debió seguir su sesión desde la segunda bandeja, él ocupó el palco de periodistas. Incluso los dos musculosos custodios del padre de Axel impidieron a través de la fuerza que los periodistas acreditados siguieran la sesión desde ese sitio. No fueron los únicos que lo acompañaron; Blumberg llegó con una pléyade de colaboradores que tomaban notas cuando él atendía a los medios y repartían planillas para firmar el petitorio.
Antes había ocupado un palco bandeja de la Cámara baja. Con fotos, listado de los diputados y papeles para tomar notas, siguió los discursos. Se fastidió con aquellos que criticaban las normas que presentó en el petitorio. Blumberg llegó a pedir la palabra durante el debate, algo que está expresamente prohibido por el reglamento de la Cámara. Lo frenó uno de los asesores de Eduardo Camaño, que al ver la gestualidad de Blumberg prefirió mirar para otro lado. El emergente de la masiva movilización del jueves de la semana pasada no se quedó allí. Llegó a reprocharle a Camaño el tono de los discursos. El bonaerense prefirió no responder.
La ubicación de Blumberg era privilegiada, no sólo por el lugar sino que hasta recibió de parte de los colaboradores de los bloques toda la información sobre la identidad de los legisladores. Para su confort, accedió al servicio de cafetería que ni siquiera reciben los ministros cuando presencian las sesiones. Tanta fue la atención que varios de los legisladores del PJ, entre ellos Casanovas y también la riquista Mirta Pérez, se acercaron hasta él para consultarlo y comentar las alternativas del debate.
Algo similar sucedió en el Senado, donde Escudero comenzó su discurso buscándolo con la vista como si se tratara de un padre rector. En la Cámara alta Blumberg no intentó hablar, pero sí se reunió en privado con los miembros de la comisión de Legislación Penal y Comunicaciones. Allí los retó por los dictámenes del día anterior. Y mostró sus diferencias con el proyecto que modifica el artículo 13 del Código Penal prohibiendo las excarcelaciones en los casos de delitos aberrantes.
A diferencia de Diputados, los senadores debatieron en privado y le dejaron a Blumberg los medios con los que ya se mueve con una notable familiaridad.
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