EL PAíS › LUCAS, DEL COMEDOR LOS PIBES

Historia de aprietes

Lucas Yáñez es coordinador del Comedor Los Pibes, al que también pertenecía Martín “El Oso” Cisneros. Hace cinco meses se presentó ante el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, para denunciar a Juan Carlos Duarte –la misma persona que está presa acusada de haber matado a El Oso– por el robo de documentación perteneciente al comedor. “No fuimos a la comisaría del barrio porque en el momento del robo los vecinos llamaron a la policía y nunca vino”, recuerda Yáñez. Después de aquel hecho, Duarte se fue de La Boca pero, según los vecinos, volvió un mes atrás, arma en la cintura, amenazando con que “ahora llegué para quedarme”. Su regreso preocupó a los integrantes del comedor de la FTV, quienes se presentaron frente al jefe de Gabinete, Oscar Parrilli, para ponerlo al tanto de la situación.
–¿Cómo fue el robo que sufrió en su casa?
–El último día de enero la misma persona que mató a El Oso entró a mi casa, donde ahora vivía Martín. Esas cuadras siempre están vigiladas por la policía, pero esa noche no había consigna. Adentro se manejaron con total impunidad. No se llevaron muchas cosas porque no tenía, pero entre lo que se robaron estaba la documentación del Comedor, con lo cual vemos la intención de molestar de siempre.
–¿Cómo sabe que fue Duarte?
–Porque los vecinos lo ven y lo reconocen. El es totalmente conocido en el barrio. Al verlo, los vecinos llamaron varias veces al comando de la policía, hicieron la denuncia, pero el patrullero nunca apareció. Al día siguiente yo hice la denuncia, pero obviamente no en la comisaría de La Boca sino en Tribunales. Por miedo, los vecinos después no quisieron contar lo que vieron en el juzgado, en la causa que está abierta. Ellos después siguen viviendo en el mismo lugar y como esta persona se maneja con esta impunidad y connivencia con el poder policial tienen un temor lógico. Además de a la Justicia, en ese momento fuimos al despacho de Beliz e incluso intervino el departamento de investigaciones internas de la Policía Federal, donde me citaron a ratificar lo que había denunciado en Tribunales. Desconozco el resultado de esa investigación porque no se puede tener acceso a ella, salvo que el juez lo pida para incorporarlo a la causa, pero eso no ocurrió.
–¿Después del robo qué pasó?
–Esto fue un sábado a la noche. El domingo a la mañana fuimos a la casa de Duarte junto a todas las familias del comedor, a manifestarnos y repudiar lo que había ocurrido. Desde ese momento no volvió a aparecer en el barrio hasta hace un mes. Lo que nos cuentan otros compañeros es que andaba por la zona del Bajo Flores. La historia de este personaje, según averiguamos, es que él viene a La Boca proveniente de Avellaneda, de la zona de Dock Sud, también echado por los propios vecinos y por el mismo motivo: robos entre vecinos y venta de drogas. Hace un mes volvió a La Boca haciendo ostentación, con total impunidad, paseándose por la calle, saludando a los patrulleros, a los policías. Armado, decía por todos lados “ahora llegué para quedarme”. Entonces nosotros volvimos a plantear el problema pero esta vez frente al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, porque pensamos que su regreso podía tener alguna consecuencia.
–¿Por qué había consigna en la cuadra donde vivía El Oso?
–Es una zona que está entre los objetivos de la comisaría 24ª por el nivel de peligrosidad que ellos dicen que existe. Sin embargo, yo nunca tuve ningún problema. A una cuadra funcionaba, hasta hace una semana, un merendero del MTL y vivían cinco familias. Había constantemente presencia policial, un gran despliegue para amedrentar a los compañeros para que desalojaran el lugar. Las familias del MTL no se fueron. Se quedaron viviendo en la vereda frente al merendero, así que fueron ellos quienes nos contaron que el viernes oyeron disparos, vieron a dos personas disparando, que después pasó un patrullero y no hizo nada, y que el consigna justo se había ido.
–¿Cómo era El Oso?
–Era un tipo decidido, obstinado, cabeza dura, pero en el buen sentido. Estaba convencido de lo que hacía y le daba para adelante. Era siempre de los primeros en estar en todo. La gente sabía que podía contar con él. Todo lo que sabía sobre gráfica lo volcó en los compañeros, capacitándolos para que tengan un oficio y puedan generar otros emprendimientos dentro del comedor y de la nueva unidad de producción que abrimos el 1º de mayo. Donde estaba Martín el trabajo se hacía mucho más fácil, por el empuje y la convicción que él le ponía a cada tarea. Por eso la enseñanza que nos dejó es el gran compromiso. El vivió comprometido y se fue de la misma manera.

Reportaje: Martina Noailles.

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