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La tía del joven autor de los asesinatos en la escuela describió a su sobrino como un chico “muy tranquilo, introvertido”. Celia, hermana del padre del niño, estimó que “con la adolescencia tuvo este cambio” que lo habría llevado a cometer los asesinatos. No obstante, admitió “no entender lo que pasó” y contó que cuando se enteró del hecho se preguntó si el joven “se había vuelto loco”.
Rafael, o “Junior”, como todos le decían, vivía con su hermano, sus padres y una empleada doméstica. El relato de las personas de su entorno fue construyendo su perfil: es un chico tímido e introvertido, le gustaba la música de Marilyn Manson y habitualmente vestía de negro.
Se sentaba en uno de los primeros bancos de su aula, en ellos estaban escritas las siguientes frases: “La mentira es la base de la felicidad de los hombres”; “Si alguien le encontró sentido a la vida, por favor escríbalo acá” y “Lo más sensato que podemos hacer los seres humanos es suicidarnos”.