EL PAíS
Duhalde ordenó bajar el tono y esperar el momento para responder
El ex presidente ordenó a su tropa evitar cualquier ataque a Solá. Encuestas en mano, Duhalde consideró que no era el mejor momento para salir a responder el veto al Presupuesto. Obedientes, los duhaldistas aceptaron la invitación al diálogo lanzada por el gobernador. Fuera de micrófono, no creen que la paz se extienda más allá de febrero, cuando comiencen las sesiones ordinarias.
Por Diego Schurman
Eduardo Duhalde ordenó a su tropa evitar cualquier ataque directo a Felipe Solá. Poco antes de partir a Caracas, donde mantendrá un encuentro con el presidente venezolano Hugo Chávez, el ex mandatario transmitió la necesidad de asumir una actitud componedora con el gobernador, pese a que vetó la ley de Presupuesto impulsada por el duhaldismo. No se trata de un amor repentino, sino de un pedido de paciencia oriental. Duhalde espera un mejor momento para el contraataque.
La orden del jefe del peronismo bonaerense llegó al presidente de la Legislatura provincial, Osvaldo Mércuri. Y éste la asumió a través de un comunicado lavado, con párrafos que hacen pensar dónde quedó aquella beligerancia esgrimida durante el último mes. “Aceptamos en base a nuestro convencimiento democrático y en el marco de la prioridad que siempre tuvimos, a pesar de las diferencias con el Ejecutivo, de preservar por sobre todas las cosas, la gobernabilidad”, dice el texto.
Mércuri ha sabido ser locuaz por demás. Pero ayer se refugió en un ostensible silencio, que sólo dejó lugar al comunicado de tono ameno. El senador Antonio Arcuri, otro histórico duhaldista, también le quitó peso a un conflicto que en los medios se acompañó con la palabra “guerra”. “No hay que hacer tanto barullo en este tema, ni la Legislatura le ata las manos al gobernador ni la gobernabilidad está en riesgo”, matizó.
Todos lo saben. La bronca no mermó. Ni mucho menos. Un desencajado Duhalde estuvo el fin de semana definiendo la estrategia. Y, encuestas en mano, creyó conveniente no atizar aún más la interna del PJ provincial, menos sobre un conflicto en la que la gente asumió el discurso felipista: que con la Ley de Presupuesto el duhaldismo estaba defendiendo su caja. O sea, dinero. Mucho dinero. De hecho, la norma auspiciaba un incremento de 33 millones de pesos para los integrantes del cuerpo.
No se trata únicamente de una pulseada por dinero, sino también por poder. El ex presidente no soporta que le cuestionen su autoridad. Pero sabe del valor del tiempo. Y no quiere que lo asocien con eventuales problemas de gobernabilidad. Por eso hizo todo lo posible para mostrarse bien dispuesto. Aceptó, a través de los suyos, abrir un canal de diálogo con Solá y disimuló la bronca que le generó la invitación de Néstor Kir-chner al gobernador para que integre la comitiva que hoy parte a París. Otra vez el Presidente juega en la interna, aunque dice que no juega.
Fuera de micrófono, el duhaldismo más rancio no cree que la paz social se extienda mucho más allá de febrero. Será entonces cuando se habiliten las sesiones ordinarias. Y los protagonistas no podrán escudarse en comunicados de rigor. ¿Volverá la Cámara a “vetar el veto” buscando que los dos tercios de los legisladores insistan con el proyecto que el gobernador dio de baja?
Hasta el fin de semana, el plan de Duhalde se mantenía invariable: hoy se reunirá con Chávez y luego se tomará diez días de vacaciones junto a su familia fuera del país. Más allá de su agenda, el ex mandatario sigue firme con su teoría: el escenario en donde augura hacerle sentir a Solá el rigor del aparato bonaerense es en las elecciones internas. El duhaldismo tiene el poder suficiente como para volverlas cerradas. O sea, para modificar la carta orgánica del partido y obligar a sufragar con los cuestionados padrones del PJ provincial. Solá, obviamente, pretende internas abiertas y simultáneas, con los padrones nacionales.
Algunos laderos de Duhalde imaginan que el tipo de elección entrará en la negociación del Presupuesto. Dicho de otro modo: que en el toma y daca, podrían concederle a Solá una elección abierta si éste cede parte de los poderes especiales que le asigna la ley de Presupuesto luego del veto de ayer.
Quien no pareció encontrar el cauce de la mesura ordenado por Duhalde fue el jefe de la bancada del PJ de Diputados bonaerense, Juan Garivoto. “Con la furia alocada de la creación de su línea interna, se olvidó de ponerdatos, como las obras que se iban a realizar con el crédito de 350 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)”, dijo sobre Solá. Claro que, paso seguido, aceptó igualmente iniciar el diálogo con el gobernador.
Ninguno de los duhaldistas consultados por este diario buscó nacionalizar el conflicto. Sólo Alfredo Atanasof sacó a Solá del medio para poner en el eje del conflicto a Kirchner. Fue cuando promocionó la candidatura a senadora de Hilda “Chiche” Duhalde. La señora del ex presidente aún no se pronunció sobre el tema. Pero en Gobierno vienen motorizando para cabeza de lista a Cristina Fernández de Kirchner.
A Duhalde le molesta tanto el desembarco kirchnerista en la provincia de Buenos Aires como al kirchnerismo la irrupción del duhaldismo en la Capital. No por nada en la Casa Rosada se escuchan voces críticas sobre el flamante secretario de Seguridad, Juan José Alvarez. El temor de que el ex ministro duhaldista se consolide como una suerte de “interventor” del gobierno porteño de Aníbal Ibarra produjo fuertes debates.
Uno de ellos se generó el último viernes en la Asociación Cristiana de Jóvenes. Allí, la legisladora Vilma Ibarra reunió a cuadros del gobierno de la ciudad para cerrar filas detrás de su hermano, temerosa de que el duro golpe de la tragedia de República Cromañón termine provocando una diáspora o sea aprovechada por sectores duhaldistas para sabotear al jefe de Gobierno.