SOCIEDAD › UN BURDEL ESCLAVIZABA MUJERES BAJO LA ANUENCIA DE LOS COMISARIOS
Con protección policial en la cama
Tres mujeres lograron escapar de un cabaret de José C. Paz, donde eran esclavizadas para prostituirse. Tuvieron dificultades en presentar la denuncia porque la policía protegía el local.
Por Horacio Cecchi
“Sabor Bar Show” dice el cartel del cabarute de mala muerte, en el Barrio Primavera del Barrio Frino, José C. Paz, como decir el rincón más oscuro de las sombras más negras de la noche paceña. De allí se escaparon tres chicas de entre 20 y 23 años, dos de ellas paraguayas, esclavizadas por el dueño del local para prostituirse, según denunciaron ellas. No presentaron la denuncia en la 2ª de Barrio Frino, porque todos sus uniformados ya se habían paseado como clientes por el Sabor. La denuncia la presentaron entonces ante la comisaría Moreno Cuartel Quinto, también cercana al cabarute. La presentaron sólo para comprobar que allí también el Bar Show había tendido sus contactos. Huyeron a la carrera. Tras pasar por la 1ª de José C.Paz, donde les tomaron la denuncia bajo el leve rótulo de amenazas, declararon aterradas ante una fiscalía de San Martín. Finalmente, Alejandro Gorgone, dueño del boliche y señalado por las tres chicas, fue detenido. El caso es semejante al escándalo de la red de prostitución de San Miguel, en la que apareció vinculada gente de Aldo Rico y el ex jefe de la Bonaerense, Amadeo D’Angelo.
El 3 de enero, cuando todos los ojos seguían las secuelas de la dantesca noche de Cromañón, tres chicas escapaban de las redes de un boliche de José C. Paz, seguramente menos controlado que aquél pero que contaba con todas las garantías de la seguridad, como se comprenderá más abajo. Los nombres de las chicas se mantienen en secreto por cuestiones obvias. Basta con saber que tienen entre 20 y 23 años, y que dos de ellas son paraguayas y la tercera argentina. Las dos paraguayas fueron contratadas o convencidas en Paraguay para trabajar en un bar. “A una le prometieron entre 1000 y 1500 pesos, y a la otra, 400 –confió un investigador a Página/12–. Pero cuando llegaron al lugar se dieron cuenta rápidamente de que el trabajo era prostituirse.”
Según declararon las jóvenes, apenas llegaron al bar, en 12 de Diciembre y Saavedra Lamas, al fondo de José C. Paz, les retiraron los pasaportes y documentos, les cambiaron sus nombres y las alojaron a las tres juntas en una pieza en el primer piso del Sabor, un espacio ganado a la intemperie con paredes de ladrillo sin revoque y techo de lata, y con muchas menos ambiciones que la pulgosa planta baja donde funcionaba el Bar Show. Las órdenes de Gorgone, según las chicas, eran no salir, no hablar con nadie ni intentar comunicarse con familiares, órdenes que eran acompañadas por el sugerente acento de una pistola colgada en la cintura del dueño de casa que la mostraba mientras aclaraba que “no la tengo en balde. Si llegan a hablar con alguien les rompo la cara”. En caso de salir por una necesidad imperiosa, debían hacerlo acompañadas por alguien del local. Como contrapartida, el dueño pagaba religiosamente “cinco pesos por día para lo que necesitáramos”, sostuvo una de ellas en la denuncia, menos los descuentos por multas que correspondieren.
Pero el 3 de enero las tres chicas decidieron salir y no fueron acompañadas. Ausente Gorgone, las jóvenes comentaron al portero “lo mal que la pasamos con ‘Alejandro’”. El portero les aconsejó presentar una denuncia en la comisaría del Barrio Frino, como quien aconseja para sacarse a alguien de encima. Pero no las acompañó. Resulta obvio que ninguna de las tres cumplió la recomendación ya que conocían, en carne propia, a cada uno de los milicos de la 2ª en su faceta de clientes del Sabor. Se presentaron, entonces, en la seccional de Cuartel Quinto, del otro lado de la avenida Saavedra Lamas, ya en el partido de Moreno. Allí un oficial las hizo pasar a una oficina. “Esperen, ya vuelvo”, les pidió después de escuchar la denuncia de las tres aterradas mujeres. Una de ellas, sin embargo, vio cuando el oficial tomaba un celular y llamaba a alguien, llamado que luego las tres vincularon con la aparición de Gorgone en la comisaría, acompañado por uno de sus lugartenientes.
Según las chicas, Gorgone les ordenó que subieran a su auto, pero ellas se negaron y en un descuido salieron corriendo. Supuestamente, Gorgone no las persiguió porque la seccional estaba atestada de gente. Y, después de todo, dónde iban a ir si no tenían documentos, ni dinero, y lo único que descubrían era que se trataba de una red que involucraba a cuanto uniformado hubiera por la zona.
Desesperadas, se ocultaron en la vivienda de una mujer que habían conocido en una de sus salidas con compañía. La mujer las llevó hasta la seccional 1ª de José C. Paz. Allí, finalmente, les tomaron declaración. Pero las tres se presentaron después ante la fiscalía 14 de San Martín, de María Billone, especializada en casos de delitos sexuales. Billone tomó los testimonios e inició una puntillosa investigación. El martes pasado, Gorgone tuvo un trago amargo cuando su Sabor fue allanado y él, detenido.
Durante el allanamiento, además de una buena cantidad de proyectiles y un juego de esposas que Gorgone solía mostrar para subrayar el acento amenazante, los investigadores secuestraron un cuaderno con el debe y el haber del Sabor y cada vez que se pagaban los 5 pesos. En la contratapa del cuaderno aparecía un número telefónico junto al que se podía leer: “DDI San Miguel”. Sobre una mesa, junto al cuaderno, también encontraron un papel recortado en el que aparecían nombres y celulares. “Son de policías porque conocemos esos nombres”, señaló un investigador.
En la causa se analiza qué grado de relación tiene cada una de las tres comisarías, la DDI de San Miguel y los nombres del papel. Además, se investiga si la mujer de Gorgone viajaba a Paraguay para reclutar futuras víctimas, y si una menor, de 17 años, es otra víctima o resulta ser amante de Gorgone. Por el momento, el único detenido es el dueño de Sabor.