EL PAíS
• SUBNOTA › ESPECIALISTAS EN SALUD MENTAL CUENTAN SU EXPERIENCIA
“Situaciones de desamparo y desesperanza”
› Por Mariana Carbajal
“Que hoy aparezca este síntoma dramático de una mujer que se prende fuego llama la atención, pero situaciones de tremendo desamparo y desesperanza están ocurriendo diariamente en todos los rincones del país sin la presencia de cámaras de televisión ni micrófonos y se están viendo en la intimidad de los consultorios hospitalarios y privados”, advierte el psiquiatra Roger Montenegro, secretario para la Educación de la Asociación Mundial de Psiquiatría, para dar una idea de la magnitud del impacto psíquico del corralito en la población, en un contexto de desempleo, inseguridad laboral, pérdida del poder adquisitivo y caída de los proyectos personales, con el fantasma de la hiperinflación cada vez más presente. La médica psicoanalista Gilou García Reinoso, sin embargo, ve una luz de esperanza en las asambleas barriales y los piquetes. “En situaciones como la actual es clave la posibilidad de tener a otro para hablar, para esperar, para tener esperanza, para enojarse. Por eso los piquetes y las asambleas tendrán sus defectos, pero son una forma de poder sobrevivir psíquicamente”, destaca.
Especialistas consultados por Página/12 coinciden en que el estado emocional de los argentinos hoy es crítico. No obstante, no esperan que la decisión de Norma Albino de prenderse fuego sea imitada por otros ahorristas desesperados por recuperar su dinero acorralado. “Para que una persona intente suicidarse, tiene que haber una predisposición previa al detonante”, explica Jorge Alberto Franco, médico psiquiatra, jefe de Consultorios Externos de Salud Mental del Hospital de Clínicas.
Las marcas en la salud mental de la población que la política económica está dejando se observan en el incremento de las patologías psicológicas. “Antes ocupaban el lugar 14 o 15 y hoy son el primer problema de salud pública”, revela Montenegro, que está coordinando un grupo de trabajo con especialistas de cinco continentes que estudia las consecuencias de la globalización en la salud mental. Depresión, trastornos de ansiedad, la aparición de un nuevo síndrome (el estrés postraumático) y aumento del humor depresivo, ya no como tristeza, sino como un síndrome clínico mayor que incluye sensación de desesperanza, trastornos del sueño, malestar corporal, problemas de concentración, aumento del consumo de psicofármacos y de alcohol y un incremento de la violencia doméstica y callejera son algunas de las manifestaciones psíquicas de la crisis terminal que atraviesa el país.
“Estamos viviendo un clima de zozobra. Se tiene la sensación de no saber qué va a pasar en el futuro, o en todo caso que lo que venga no será nada bueno. Hay un ánimo general depresivo de quien está afectado por una situación de pérdida importante. La depresión es el contraste entre el ideal y la realidad. Cuanto más alta la ficción mayor es el machucón que uno se da al caer. El 1 a 1 entre el peso y el dólar era una ficción. De repente, que esa relación sea 3 a 1 significa una caída muy grande”, señala Abel Fainstein, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina. “La gente está emocionalmente perturbada”, apunta Rodolfo Fahrer, profesor titular del departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UBA. “La sociedad está muy puesta a prueba”, acota García Reinoso, miembro de la APDH y el CELS. Aunque el panorama lo ve negro, vislumbra cierta claridad en las asambleas barriales y los piquetes. “En situaciones como la actual es clave la posibilidad de tener a otro para hablar, para esperar, para tener esperanza, para enojarse. Por eso los piquetes y las asambleas tendrán sus defectos, pero son una forma de poder sobrevivir psíquicamente”, destaca García Reinoso.
No obstante, el cambio de reglas del juego permanente agrava el cuadro. “Esto lleva a que las personas estén viviendo en un clima muy alterado”, alerta Fahrer. Llamativamente, las nuevas patologías psíquicas no son exclusivas de la Argentina. También se están observando en otras latitudes que sufren las consecuencias de la globalización aunque todavía en menor medida, señala Montenegro. “El corralito es un elemento de un problemaestructural mucho más grave y de alcance universal. Es una consecuencia más de la globalización”, agrega.
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