Eduardo Duhalde y el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, confesaron la intención de compensar a los ahorristas que tienen plazos fijos reprogramados por encima de 10 mil dólares entregándoles bienes del Estado, como si tal trueque fuera operativamente factible. Desde ayer, el Presidente y el jefe de ministros decidieron buscar algo de racionalidad a esta fórmula en principio descabellada y con ese fin siguieron explorando alternativas que permitieran sostener la propuesta. Así surgió la variante de ofrecer a los bancos un paquete de bienes lo más amplio posible, a cambio de que éstos liberen una porción, aunque sea mínima, de los plazos fijos reprogramados. Luego, las entidades financieras deberían a su vez compensar al Estado, devolviéndole el dinero de los bienes recibidos en condiciones similares a las que hoy están planteadas para los ahorristas (en cuotas y a plazo). Para que este camino sea medianamente razonable, sería necesario encontrar un mecanismo de valuación que evitara entregar propiedades a los bancos a precio de ganga. Luego asumir el riesgo cierto de que estas entidades nunca devuelvan el dinero, sino que usen los bienes para compensar sus millonarias acreencias contra el Estado. Por ahora, pura especulación.