EL PAíS
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Muertos que vos matais
› Por Raúl Dellatorre
No les preocupa demasiado que su “jefe” esté muy mal posicionado en la opinión pública para volver a ser candidato. Ni siquiera les inquieta que esté inhibido de volver a la Presidencia de la Nación antes de diciembre de 2003 –una vez cumplido un mandato completo desde que dejó el poder– frente a la eventualidad de que Eduardo Duhalde deba dejar el cargo anticipadamente. El “menemismo sin Menem” tiene una carta en la manga para la transición. Ni elecciones anticipadas ni un nuevo presidente provisional votado por la Asamblea Legislativa: si cae Duhalde, cosa que consideran más que probable, la propuesta sería dejar el poder en manos de una “junta de gobernadores”. Un puente de plata, imaginan, para enaltecer el camino de retorno de Carlos Menem.
La especulación no surge de la imaginación febril de quienes todavía le temen a las conjuras menemistas, sino de la versión dada por un destacado dirigente de ese sector en una conversación informal en los últimos días. El equipo de economistas que funciona como correa de transmisión con el establishment –Miguel Angel Broda, Jorge Avila, Pedro Pou– ya trabaja a marcha forzada en la tarea. Su menú, no por conocido, es menos revelador: dolarización, para consolidar el poder acumulado por el sector financiero y el capital extranjero en la década menemista; ajuste fiscal en el Estado nacional pero devolución de la facultad de recaudar a las provincias, de modo que se debilite el poder del primero y se independice a las últimas; centralizar la capacidad de “socorro” en las provincias grandes, o lo que es lo mismo consolidar su posición de fuerza en el entretejido político.
El gobernador de Salta, Juan Carlos Romero, es frecuente visitante en la embajada de los Estados Unidos, pero no es el único con esa “virtud” entre los que ayer participaron del seminario. A falta de consenso político interno, el menemismo renovado confía en el aval que pueda recibir del exterior. El tema es que su receta no atiende a ninguna de las enfermedades del cuerpo social, más bien tiende a agravarlas. El propio Romero fue exhibido ayer por el menemismo como un emblema del político “dispuesto a llevar a cabo las reformas necesarias”. Su candidatura a conformar la eventual “junta” está lanzada, como para no dejarle todo el espacio a las llamadas provincias “grandes”, entre las que hay gobernadores próximos al sector –De la Sota, Reutemann– pero con innegables aspiraciones personales que ignoran a Menem.
La advertencia está lanzada. El menemismo no ha muerto. Al contrario, amenaza con volver a matar.
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