Carlos Menem viajará a Washington con la ilusión de lograr una foto con George W. Bush. El ex presidente dijo a varios de sus laderos que la cumbre se realizará el 10 de junio, aunque evitó anunciarlo públicamente por temor a una negativa o imposibilidad del líder norteamericano. Se trata de una jugada con la que el ex mandatario intentará posicionar su candidatura con vistas a los próximos comicios, que imagina antes de fin de año.
Menem partirá hacia los Estados Unidos invitado por la Unión Democrática Internacional, una organización que reúne a más de 80 líderes conservadores, demócrata-cristianos y de partidos de centro y centro derecha.
El ex presidente figura como miembro honorario de la IDU, sigla en inglés de la International Democratic Union. Y estará presente en su condición de titular del Partido Justicialista.
La organización también cuenta en sus filas al mandatario español José María Aznar y a dirigentes del neogaullista Reagrupamiento para la República, el partido fundado por el presidente francés Jacques Chirac; del Partido Conservador que convirtió a Margaret Thatcher en primera ministra británica; y del Partido Republicano al que adscribe la familia Bush.
“Hemos recibido una invitación de la IDU y en el programa aparece una comida de los líderes miembros con Bush, en su carácter de anfitrión”, aseguró Ricardo Romano a Página/12.
Romano es el delegado de Menem ante esa organización internacional. Y ya desde sus años de subsecretario general de la Presidencia trabajó para incorporar al PJ a la IDU. Finalmente esto ocurrió en vísperas de la asunción de Bush hijo a la presidencia de los Estados Unidos, durante un viaje de Menem a Filadelfia.
Si bien el ex mandatario llevará a Washington la idea de unificar la IDU con otra internacional de centro –del que es vicepresidente y que comprende prácticamente a los mismos partidos con la excepción del Republicano norteamericano y el Conservador británico–, su principal obsesión será lograr una foto, y con mucho optimismo una reunión, con el líder norteamericano.
Sin embargo, no todos dentro del menemismo le pusieron el mismo énfasis a esa posibilidad. Algunos justificaron la reserva para “preservar” a Menem ante la posibilidad de que Bush finalmente se ausente a la cita. Otros aseguraron que aspiraban a hacer un anuncio formal recién el próximo fin de semana.
La excesiva cautela, en realidad, tiene una razón central: el temor al papelón. Los memoriosos recuerdan cuando en el amanecer de 2001 Menem intentó participar, sin éxito, de la toma de mando de Bush hijo y desde las propias oficinas del presidente norteamericano se informó que no había sido invitado.
Anoche se estudiaba la posibilidad de que Alberto Kohan viajara a los Estados Unidos a buscar una confirmación previa de la presencia de Bush hijo. El ex secretario general de la Presidencia tiene llegada a Bush padre. Antecedentes le sobran: logró su presencia junto a Menem, en Las Vegas, durante una conferencia sobre Caza Mayor, una actividad que a menudo practica.
Mientras estuvo preso en Don Torcuato, el ex mandatario estadounidense le hizo llegar por correo su respaldo y lo trató de “amigo”. No era para menos de quien Menem no sólo consideró “del mismo palo” sino que también le abrió las puertas a varios negocios. “Odio que estés pasando por estos difíciles momentos”, le dijo Bush en un tramo del texto que se encargaron de difundir los menemistas. Ninguno de estos antecedentes –ni siquiera las relaciones carnales– lograron, de todos modos, romper la cautela del entorno menemista.
–No viaja especialmente a reunirse con Bush. Pero el programa fija una cena en la Casa Blanca. Y es probable que se encuentren. Nada más –le bajó el tono el ex legislador Javier Mouriño.
Menem había anticipado su viaje a los Estados Unidos el sábado. Fue durante una comida en la hostería Los amigos, de La Rioja, donde analizó con un grupo de diputados nacionales su plan estratégico para retornar al poder. Uno de los presentes fue su sobrino, el legislador Adrián Menem.
–Sí, nos dijo que se iba a encontrar con Bush. Y por supuesto que eso no lo logra cualquiera –chicaneó ante este diario.
Aludió de esta manera al presidente Eduardo Duhalde, quien viene haciendo malabares para lograr mejorar sus relaciones con Washington y el Fondo Monetario, pese a que su socio político, Raúl Alfonsín, no deja de hostigar tanto al organismo internacional de crédito como al Partido Republicano.
En rigor, Menem aspira a que Duhalde llegue hasta 2003 para ver si puede rearmar su propio aparato, desgajado desde que abandonó el poder en 1999. Pero hace rato que repite su convencimiento de que este mismo año habrá elecciones ante la dificultad del Gobierno de cumplir con los 14 puntos exigidos por el FMI.
Por eso encargó a Roque Fernández que comenzara a pergeñar un plan económico, basado en la dolarización. Su ex ministro no es el único que está trabajando para su proyecto presidencial. Lo propio hacen integrantes del grupo CEMA y ex funcionarios suyos que participaron de un seminario en la Universidad del Salvador (ver aparte). Entre los presentes figuraba Pedro Pou, a quien Menem también imagina como su ministro de Economía.
A pesar de las encuestas, el Presidente sueña con un desembarco triunfal en Buenos Aires. El desafío de salir del “corralito” de Anillaco –en verdad ya probó suerte en Tucumán la semana pasada y haría lo propio este sábado en el Chacho– lo tomará el jueves 30. Según la agenda que le están preparando dirigentes del distrito como Alberto Lestelle, ese día presidirá el II Seminario por la Fundación de la Segunda República, en Sierra de la Ventana.
Será una mojada de orejas a Duhalde, su enemigo número uno en la interna partidaria y patrón histórico del territorio bonaerense. Pero, además, será el primer test para evaluar el grado de adhesión en un pago donde juega de visitante y en el que muchos estarían dispuestos a incorporarlo al lote de escrachados.