EL PAíS • SUBNOTA
La nueva trama de integración que se traduce a partir de los convenios y acuerdos firmados marca un salto adelante con respecto a la década pasada. México, Cuba y el petróleo venezolano.
› Por Raúl Dellatorre
Los convenios comerciales y de integración que quedaron como saldo de la Cumbre de Córdoba del Mercosur muestran una nueva trama de vínculos en la región. México manifestó su “firme voluntad” del gobierno de Vicente Fox de formar parte del Mercosur antes de diciembre, cuando se produce el recambio de autoridades en ese país. Los acuerdos entre Venezuela, Uruguay y Argentina para la explotación conjunta de la cuenca petrolera de la Faja del Orinoco representa un avance sin precedentes en la integración de países del área en un proyecto compartido. Además, está el acuerdo de complementación económica con Cuba, en abierto desafío al bloqueo estadounidense. Elementos que marcan una orientación que, a diferencia de los antecedentes que señalaron al bloque regional durante los ’90, privilegian las relaciones políticas y sociales por sobre los meramente comerciales.
Pese a las fuertes definiciones políticas que implican el ingreso de Venezuela con Hugo Chávez a la cabeza, el acercamiento de Evo Morales, la presencia de Fidel Castro y las expresiones condenatorias al neoliberalismo de Kirchner y Lula, hoy el Mercosur se expresa como un ámbito más abierto y no más cerrado, como podría suponerse desde la lógica imperante en los ’90. El propio canciller mexicano, Luis Ernesto Derbez, le dio “legitimidad por derecha” al nuevo rumbo elegido, podría interpretarse, al requerir el ingreso de su país al bloque, pese a los nuevos vientos que mueven sus velas.
“Nos gustaría formar parte del Mercosur en diciembre de este mismo año, o incluso antes de que termine el mandato del presidente Vicente Fox, pero sabemos que debemos respetar las decisiones de los países miembro”, señaló Derbez al termino de la Cumbre. “Dado que hemos hecho progresos en las negociaciones con Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, sería tiempo que se nos acepte como miembro asociado, no como plenos, en el Mercosur”, dijo el canciller.
México es integrante del Nafta y su presidente protagonizó un duro enfrentamiento con los mandatarios del Mercosur en noviembre, en Mar del Plata, cuando corporizó la defensa del proyecto estadounidense del ALCA. Es el punto más ríspido, difícil de compatibilizar, que seguramente demorará un acercamiento. Pero en lo simbólico, el pedido de México tiene un valor extra para esta Cumbre.
Lo que sin duda supera lo simbólico es el acuerdo alcanzado entre Venezuela, Uruguay y Argentina para encarar tareas de desarrollo y explotación en la Faja del Orinoco, en subsuelo venezolano. Pdvsa tendrá el 51 por ciento de la sociedad que se crea, y aportará 2000 millones de dólares de los 4000 millones que requiere el proyecto. Enarsa y Ancap (Uruguay) se repartirán el 49 restante, aunque no está definido en qué proporciones se comprometerán en la inversión. Según explicó Julio De Vido, el Bloque 6 de la Faja, motivo de la asociación, “es un yacimiento con reservas estimadas en 1500 millones de barriles, que podría tener una producción de 300 mil barriles diarios”. El ministro comparó esa cifra con lo que se produce en Argentina, señalando que “es la que tiene prácticamente hoy Repsol en el país”.
El encuentro logró además avances sustanciales en la profundización de la Unión Aduanera, equivalente a establecer una sola frontera comercial que deje dentro de su perímetro a todos los países miembro. Para llegar a ese objetivo, sin embargo, previamente necesitan contemplarse las asimetrías o diferencias en el grado de desarrollo entre los países asociados. En este aspecto, representantes del gobierno argentino evaluaban ayer que se han dado los pasos necesarios para cerrar las heridas en ese plano.
“Se convocó a un próximo encuentro, propuesto por Felisa (Miceli) para analizar los problemas concretos y las soluciones alternativas que se propongan, principalmente desde Paraguay y Uruguay”, sostuvo la fuente ante este diario. “Va a haber soluciones, ya sea mediante una cláusula de adaptación competitiva, como la que existe entre Argentina y Brasil, o cualquier otra herramienta que se proponga. Pero vamos a seguir avanzando con firmeza”, completó, sin disimular el entusiasmo con el que cerró esta Cumbre.
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