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¿Resignados a Menem?
Por Rosendo Fraga *
Hace 30 años, Perón volvía a la Argentina tras diecisiete años de exilio. Ante la pregunta periodística acerca de que cómo lo había logrado, respondió simplemente que no era un mérito propio, sino la consecuencia del fracaso de quienes lo habían precedido. Menem no ha retornado al poder, pero sí ha recuperado el centro de la escena política. Que el ex presidente tenga este rol, sólo se justifica por la fenomenal frustración política que generó la presidencia De la Rúa-Alvarez y por el fracaso de Duhalde. Si los primeros hubieran tenido éxito con el gobierno o si el último lo hubiera tenido con el manejo de la transición, Menem hoy no sería una opción dentro del PJ.
Pero la realidad también muestra que el rol asumido por el ex presidente se da en un contexto en el cual la dirigencia política en general muestra muy baja disposición a asumir el liderazgo. En el PJ, Reutemann –quien probablemente hubiera ganado la interna– renunció a su candidatura; lo mismo hizo Mauricio Macri, quien pudo intentar una renovación como candidato independiente dentro de la estructura justicialista; Rodríguez Saá y Kirchner manifiestan su intención de competir fuera de la estructura partidaria. De la Sota ha lanzando su candidatura para competir en la interna. No tiene la imagen y el consenso que tenía el gobernador de Santa Fe. Además, gobierna una provincia con serias dificultades económicas. El consenso que tenía Reutemann dentro del PJ, no se traslada automáticamente al candidato cordobés. De cualquier manera, la puja Menem-De la Sota permite al justicialismo ocupar espacio político y mediático, planteando que ganar la interna implica ganar la elección presidencial.
Pero fuera del justicialismo, el cuadro no es muy diferente. Carrió y Zamora no muestran disposición a articular una coalición y ambos están planteando como condición para competir la renovación total de los mandatos, lo que tiene muy pocas probabilidades de concretarse, con lo cual se plantean dudas sobre si finalmente se presentarán o no. La UCR ha decidido concurrir a elecciones con fórmula propia pero ha perdido gran parte de su electorado cautivo, mientras que el centroderecha aparece disperso entre López Murphy, Bullrich y los partidos provinciales.
En este cuadro, Menem es el que más evidencia una manifiesta vocación de hacerse del poder a cualquier precio, mientras desafía a la sociedad cuestionando la reclamada caducidad de los mandatos, pero apareciendo simultáneamente en la crisis como el líder de la corporación política.
Al margen del campo político, el rechazo social hacia el ex presidente sigue siendo importante, pero tanto en sectores populares como en la clase media alta que apoyó a Alsogaray en los ochenta y a Cavallo en los noventa, comienza a surgir una suerte de “voto resignación”, que en función del “mal menor” y superando la decepción que generó la renuncia de Reutemann, comienza a asumir que no habrá otro candidato contra Carrió.
En el ámbito empresario, se está generando una actitud análoga. En general, se prefería una candidatura como la del gobernador de Santa Fe, que permitiría un ordenamiento más pacífico, un conflicto más sosegado y un proceso menos traumático. Los hechos de violencia que se precipitaron en Santiago del Estero, que obligaron a Menem a suspender un acto, anticipan que el proceso de búsqueda del poder por parte del ex presidente será seguramente conflictivo y posiblemente violento. Esto genera temores e incertidumbre, pero mientras la opción siga siendo Elisa Carrió, Menem seguirá siendo el “mal menor” para quienes toman decisiones económicas.
El problema de la sociedad, es que hace una década que enfrenta el conflicto entre dos valores: la ética y la eficacia. Una línea de políticos, que sucesivamente han representado Alvarez, Bordón, Fernández Meijide, De la Rúa y ahora Carrió y Zamora, son percibidos como la ética pero sin la eficacia. Frente a ellos, Menem representa exactamente lo contrario: la eficacia en el ejercicio de poder pero sin la ética. El gran vacío que ha dejado Reutemann, es que para amplios sectores de la sociedady el empresariado pudo ser un intento de conciliar ética con eficacia. De la Sota intentará llenarlo, pero no tiene las mismas condiciones.
Nadie puede asegurar que Menem vuelva a la Presidencia o gane la interna justicialista, pero el sólo hecho de que vuelva a ocupar el centro de la escena es evidencia del fracaso de la política argentina en renovarse, en momentos que el país sufre la crisis más grave de su historia.
* Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría