EL PAíS
Encerradas y desnudas
Marcelina Montiel, una mujer de 35 años con 12 hijos que milita en la coordinadora Aníbal Verón de Solano, cuenta que el día de la represión corrió escapando de los gases hasta que no pudo más y se sentó en una vereda de la avenida Pavón. “Al instante me rodearon, muchos policías, algunos uniformados y otros no. Hoy puedo reconocer que el de civil era Mario de la Fuente, por las fotos que vi en los diarios. ‘¿Para qué mierda venís si sabés que no vas a poder correr?’, me gritó el policía ése. Quise darle agua a una chica que se había desmayado a mi lado y no me dejaron. Y a un muchacho que estaba conmigo ahí le sacaron el cinturón para atarle las manos y darle patadas”. Después llamaron un móvil y la llevaron a la comisaría segunda. “A las mujeres nos encerraron en una pieza y nos hicieron desnudar. Todo nos hicieron sacar. Y nos hicieron quedarnos así sentadas en el piso casi media hora. Después nos pusimos la ropa otra vez y nos trasladaron. Ahí vimos que los varones también se estaban vistiendo.” Luego los trasladaron a la seccional primera y de ahí le quedó grabada una frase que espetaba una mujer policía que la desconcertó: “Si ustedes quieren que los respetemos nos tienen que respetar a nosotros”.