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“La memoria colectiva y la memoria individual tienen fines y funcionamientos distintos. Pero la posibilidad de que se integren, de que la memoria histórica y los valores personales puedan confluir, es fundamental a la hora de formar individuos responsables, con un arraigado sentido de la ética. Que nuestros chicos comprendan que su visión del pasado modifica el presente y el futuro, es lo único que permitirá que las tragedias de la Historia no se repitan.” Annegret Ehmann, quien habla, es alemana, y se especializa en una materia particular, que ella define como “Pedagogía de la memoria”. Su trabajo consiste, básicamente, en idear las formas más convenientes de incorporar la historia del nazismo a los programas escolares alemanes, a partir de la investigación y la recopilación de las experiencias más efectivas que existen en este sentido.
Regina Wyrwoll, por su parte, es la encargada de que la información disponible se difunda en Internet. Con ese fin se creó la página http//:www.aprender-de-la-historia.de), un site que reúne datos, fotografías y videos sobre los proyectos de escuelas y diversos programas para la juventud que incorporaron el tema del nazismo. Y que funciona como un gigantesco banco de experiencias educativas a nivel internacional, al que pueden integrarse escuelas de todo el mundo aportando material. Invitadas por el Goethe Institute, las especialistas estuvieron en Buenos Aires, y fueron entrevistadas por Página/12.
–¿Cuáles son los problemas fundamentales con los que se enfrentan quienes se proponen transmitir lo que fue el Holocausto?
Annegret Ehmann: –Yo no hablaría de problemas, sí de las formas posibles de abordar una cuestión tan compleja como ésta. Nosotros preferimos hablar de nazismo, que incluye pero no se agota en el Holocausto, porque nos permite incluir a las diversos grupos que fueron víctimas de este proceso y de campañas de exterminio sistemático y masivo, y no sólo de los judíos alemanes. Pero volviendo al tema: si hablamos de problemas, o de dificultaes, tendríamnos que mencionar el hecho de que los chicos en Alemania vienen oyendo lo que ocurrió desde que eran muy chicos, tienen cierta resistencia natural a que en el colegio pretendan explicarles cómo fueron las cosas. La televisión, el cine, sus padres y amigos, todos les han hablado de lo que pasó.
–Se enfrentan, más que a la falta de conocimiento, al exceso de información.
A.E.: –Claro, ellos se quejan de esa saturación y reaccionan con una especial sensibilidad a este tipo de cuestiones: ‘No nos vengan de nuevo con eso, por favor’ nos dicen. No es fácil lidiar con ese tipo de planteos.
–¿Qué es lo que más les molesta a los alumnos, en este sentido? ¿La repetición?
A.E.: –Básicamente se irritan ante la posibilidad de que alguien, el profesor en este caso, pretenda hacerlos sentir culpable de ésto o aquello. Ya de por sí cargan con la ‘culpa’ de ser alemanes, porque muchos extranjeros por su sola nacionalidad los identifican con los nazis. Les imponen un estereotipo que les provoca mucha culpa, un gran conflicto. Afortunadamente, en Alemania hace cuarenta años que la reflexión sobre lo que significó el nazismo está incorporada y sistematizada en las escuelas y universidades, y también fuera del sistema educativo, y en ese sentido les llevamos ventaja a esos otros países que desconfían de nosotros y que a menudo no se interrogan sobre su participación o potencial colaboración con los nazis.
–¿Cuáles son los principales conceptos que los educadores se proponen transmitir en relación a la historia del genocidio nazi?
A.E.: –En realidad, lo que se busca nos es transmitir conceptos, sino de un planteo curricular global, que apunta a que la temática se aborde endistintas materias, y que busca que los chicos se formen histórica y cívicamente a partir de la discusión y la reflexión. Es clave que el tema esté siempre en el centro de los debates públicos, y que los alumnos tengan una participación constante en torno a ellos.
–Concretamente, ¿cuáles son las actividades que realizan, por ejemplo, en los colegios?
A.E.: –Ellos investigan, por ejemplo, la historia particular del lugar en que viven, y la participación de las autoridades de esa ciudad con el nazismo. O ponen en relación temas del presente con la historia. Leen también a autores que han escrito literatura relativa al tema, dialogan con los sobrevivientes. La idea es que se involucren con lo que pasó y que el problema se haga carne en ellos.
–¿La posible identificación con las víctimas es útil a ese fin?
A.E.: –No, en absoluto. No olvidemos que es probable que sus abuelos hayan estado del lado de los nazis. De manera que no sirve hacerlos sentir culpables, ni demonizar la participación de sus familiares. Lo que sí es útil es que a partir del conocimiento de la historia, ellos puedan pensar y llegar a sus propias conclusiones.
–¿El tema del resurgimiento de grupos neonazis está contemplada en los programas escolares alemanes?
A.E.: –Sí, por supuesto que también se discute. Aunque éste es un tema muy complejo, relacionado con la falta de autoestima social de estos grupos y de su desconocimiento de los hechos históricos.
–¿Cómo superan el riesgo de adoctrinar políticamente a los alumnos y enseñarles historia en relación a un tema tan complejo como éste? Porque el límite por momentos debe volverse difuso...
A.E.: –Ese es el principal problema que enfrentamos los docentes y pedagogos. Porque el dedo levantado no es un método que tenga éxito. En ese sentido nos cuidamos mucho de decirles ‘ustedes tienen que hacer ésto y no lo otro, o deberían pensar así’. Y en cambio preferimos involucrarlos en proyectos en que tengan una participación personal activa.
–¿Y en qué punto convergen esta línea pedagógica e Internet? ¿En qué medida sirve la tecnología a la posibilidad de desarollo y difusión de estas experiencias educativas?
Regina Wyrwoll: –Empezaron a estar relacionadas en la medida en que descubrimos que nuestra experiencia no podía desarrollarse al margen de lo que estaba ocurriendo en otras partes del mundo. Y llegó el día en que nos preguntamos: ¿Qué estarán haciendo en Estados Unidos, en Francia, en México, en la Argentina? Incluso nos preguntábamos qué se hacía en otras regiones alemanas, porque en nuestro país cada provincia tiene soberanía cultural respecto de las otras. Así fue que ideamos esta vía de acceso para que los docentes y educadores de todo el mundo tengan un punto de contacto para tratar las formas posibles y más convenientes de abordaje del Holocausto en la escuela. La idea es interrelacionar las distintas experiencias educativas, para que se nutran unas de otras. En un tercer lugar, está contemplado el interés de la opinión pública, de los padres y los alumnos.
–¿Podrían sintetizar cuál es el objetivo central de esta página?
R.W.: –Queremos que sirva como un mosaico de experiencias ejemplares o modelo que muestren la diversidad de enfoques posibles, y los trabajos concretos que se pueden realizar en este sentido. Los que mostramos son casos para el debate, que no obligatoriamente deben seguirse al pie de la letra, sino que pretenden servir como punto de partida para que las instituciones educativas de los distintos países puedan inspirarse en ellos. Ahí se presentan casos concretos y bien documentados, no lineamientos teóricos o abstractos. Cada docente dice qué hizo, y cuáles fueron los resultados a partir de textos escritos, videos y fotos. Y ya hay un proyecto argentino presentado por una escuela de la localidad bonaerense de Vicente López, en éste que pretende convertirse en un gigantesco foro de comunicación.