Mar 23.12.2008

ESPECIALES • SUBNOTA  › JUAN CARR, PRESIDENTE DE LA RED SOCIAL

Los números duros

Bernardo, te agradezco la invitación. Sentí como si Manu Ginóbili te invitara a jugar un amistoso de básquet, uno siente que lo llamó un número uno. Para no-sotros, los más postergados en cuanto a una red solidaria son muchos: las personas mayores que están solas, los desnutridos, las víctimas de violencia, etc. La Argentina tiene muchas personas postergadas, y una característica de ellas es su invisibilidad. En la vida cotidiana no solemos ver ni personas mayores que están solas ni argentinos que esperan un trasplante... Así que lo primero que quiero celebrar es que a partir de una herramienta como es un libro se genere que muchos de nosotros paremos para pensar en los que nadie piensa. No hay muchas personas que hablen de los postergados y que en una presentación de un libro haya tanta gente, como hay aquí, pensando en ellos, es un éxito en sí mismo. En la Argentina vivimos buscando quiénes quieran transformar la realidad, hay mucha gente honesta en el país.

La Argentina tiene números duros, los que todo el tiempo buscamos modificar un número, una vida, buscamos elementos y herramientas. Este encuentro es una herramienta, algo trasformador. Libros hay muchos, yo los amo a todos, pero en este hay una base emocional, lo que tiene que ver con la tragedia social nos emociona. En el libro hay un sustento sólido sobre lo que tiene que ver con el ser humano y su dignidad.

Me impresionó mucho cuando el libro marca la diferencia, cada vez más grande, que hay entre los países ricos y pobres. Por otro lado, me pareció importante cuando se muestra que lo económico no garantiza, como lo plantean los aymaras, el bienestar moral y espiritual al que todos aspiramos. Un pueblo tiene que desarrollar la educación y la cultura, además del mercado y lo económico. La Argentina en los últimos años ha producido muchísimo dinero, sin embargo 330.000 mil familias no tienen la comida garantizada y siete millones de argentinos son pobres. En América latina necesitamos recaudar no dinero, sino compromiso. A una persona comprometida con el prójimo nada la detiene y es capaz de transformar todo. Muchas veces vemos que es más fácil que alguien pague antes que se comprometa. El compromiso es mucho más caro que la donación en sí desde lo económico. Y esto es lo que gritan las páginas de este libro. Y me impresionó porque viene desde lo académico. La Argentina tiene una capacidad de generosidad brutal, pero los que tratamos de transformar la realidad no nos conocemos demasiado. Es impresionante cómo el mal, aunque sean pocos, nunca se detiene. Los corruptos, aunque sean dos, se juntan; nosotros, que somos muchos más, estamos separados. El libro es un canto al encuentro. Es necesario ganar espacios comunitarios, que tienen que ser de los buenos.

Soy católico pero pecador. La Red Solidaria, a la que pertenezco, es laica, hay un poco de todo, cuando comenzamos había católicas, un anglicano, pero ahora hay de todo, hasta paganos..., y para nosotros eso fue una riqueza. Compartir con el otro una mirada desde la espiritualidad. Teníamos ganas de crear una Secretaría del Encuentro Argentino, trabajando todo el tiempo para reunir, y nos enteramos de que en Noruega ya existe un Ministerio de Valores Humanos, y eso nos potencia en este camino. En ese sentido, este libro genial, de un autor genial, nos ayudará.

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