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Por Aurora Intxausti *

Joan Manuel Serrat compuso once nuevos temas sobre el amor recopilados en Versos en la boca, su flamante disco que sale a la venta mañana aquí en España y en los próximos días en Latinoamérica (Argentina incluida). El cantante bucea con la palabra y la música en su interior y retrata con nostalgia sus recuerdos en cada una de las canciones.
–¿En este nuevo disco hay una vuelta a su trabajo de hace unos años?
–Lo seguro es que este disco es muy diferente al último y sensiblemente distinto a los cuatro o cinco anteriores. La sonoridad de Versos en la boca está hecha a base de instrumentos acústicos, pocos, y con unas armonizaciones ricas y muy profundas. Tal vez haya una vuelta en la medida que uno hace lo que cree que debe hacer y en la forma que sabe hacerlo, aplicando en ello todo el fruto de su trabajo, todo el rigor y el talento que le haya tocado en suerte. En este trabajo se ha partido de once canciones hermosas y cada una de ellas funciona de una manera individual.
–Sin embargo, la melancolía y la tristeza recorren de una u otra forma los diferentes temas.
–Puede ser. He tratado de hacer un disco mirando hacia dentro, a lo mejor es que yo estoy así. Si tuviera que definir este disco diría que no es amable, pero tampoco creo que un trabajo artístico tenga que ser amable necesariamente. Tiene que ser, por encima de cualquier cosa, conmovedor. Y es posible que canciones como “Los recuerdos” provoquen una sensación de tristeza. Cuando uno se enfrenta a un espejo en el que puede ver sus propios recuerdos descubre que no son otra cosa que memoria manipulada y adaptada a uno mismo. Yo lo hago bastante. No con la intención de deprimir a nadie, sino de retratar mi punto de vista sobre los recuerdos.
–¿Esos recuerdos son manipulados para ser felices?
–Por lo menos para no ser profundamente desgraciados. Nos obligaría a cargar pesos desproporcionados como son los errores, las maldades que uno ha cometido, las estupideces y nuestros propios demonios.
–En una de las canciones realiza una radiografía reivindicativa de Africa...
–Es una tragedia que clama al cielo, es el espejo donde se reflejan nuestras miserias, las miserias del mundo poderoso, del bienestar, egoísta, cobarde. Lo que está ocurriendo con Africa es muy grave, es un continente, arrasado, violado y esquilmado.
–¿Ha logrado descubrir a todos los Serrat como los que describe en “Muñeca rusa”?
–No, todavía no. Y resulta divertido escribir canciones como ésa. Escribir canciones es una búsqueda constante de algo que va más allá de poner una letra o una música. Lo mismo que le ocurre a un artista que trata de conmoverse y lograr conmover a los demás. Eso es lo que pretendo, aunque otra bien distinta es que lo consiga.
–Habla del amor en “Qué sería de mí”...
–Es una declaración de amor, pero también una canción de cuna. Las palabras cabalgan sobre una música que mece más que otra cosa.
–¿Cómo le surgió la canción del dúo con la cantante israelí Noa, “Es caprichoso el azar”?
–De unos versos que escribí bastante parecidos a la canción en los que quería manifestar mi rechazo al destino. Mirando aquello pensé que podía establecer un dueto. Pensé en Noa por su voz de cristal, tan de acero templado y tan natural al mismo tiempo. Cuando estaba componiendo escuchaba una voz como la que tiene ella y no dudé en llamarla.
–¿Considera interesante el panorama musical español actual?
–No es el ideal, no me gusta mucho. Creo que la única forma de modificar la situación en la que nos encontramos es poniéndonos todos a ello. Por ejemplo, la línea positiva que tiene un programa de televisión como “Operación Triunfo” se interrumpe en el momento en el TVE, una televisión pública, lo convierte en monopolio de la música que se produce en este país. Se transforma para actuar como una empresa privada y desdeñar al resto de la profesión, que se ven privados de salir en ese escaparate televisivo.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12