ESPECTáCULOS
“Ahora, la locura ya es parte de la cultura social”
Vicente Zito Lema estrena la obra “Una carretilla de música”, que reformula una historia real sucedida en un hospicio.
Por Silvina Friera
En nombre de la ley, el sentido común y el orden, los locos son confinados en la soledad y el desamparado de los hospicios, esos depósitos que funcionan como cloacas. El periodista, docente y escritor Vicente Zito Lema, que desde la década del 70 trabaja en hospitales psiquiátricos organizando talleres artísticos, sostiene que el arte es curativo por su capacidad de transformar el impulso de destrucción en un impulso de vida. A mediados de los ‘80, cuando dirigía la revista Crisis con Eduardo Galeano, leyó una noticia que lo conmovió: unos quince internos del San Francisco de Asís, en Corrientes, se quemaron vivos en el pabellón del hospital, mientras protestaban prendiendo fuego a los colchones. Estaban encerrados y, aparentemente, nadie encontró las llaves para poder salvarlos. Esta historia fue reconstruida en un artículo periodístico, publicado en el libro Voces en el hospicio y reelaborada como pieza teatral. Una carretilla de música, escrita y dirigida por Zito Lema, se estrenará hoy a las 21 en la sala Paco Urondo de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo (Av. Hipólito Yrigoyen 1586), y podrá verse los sábados a las 21 y los domingos a las 20.
Una carretilla... cuenta con más de cuarenta artistas en escena, entre los que se destacan Claudia Cárpena, Paula Guia, Rubén Ballester, Liliana Brailovsky, Betty Raiter, Oscar Godoy, Paula Llewellyn, Ricardo Gil Soria, Silvia Finder Gam, Aimée Zito Lema, Violeta Delas, Jorge Pérez, Gabriel Sisto y Julieta Papescu. Poco tiempo después de las muertes en el hospicio, Zito Lema recibió una carta de una psiquiatra en la que lo invitaban a visitar la institución. “Nadie se hacía responsable de esas muertes. Los colchones se quemaron y ellos murieron mientras protestaban por la mala vida que llevaban. Este episodio quedó instalado en la conciencia de los internos”, recuerda Zito Lema en la entrevista con Página/12. “Conocí la historia de Morales, un interno que estaba en pareja con Agustina, también internada. Dialogué con ellos y vi cómo en esas circunstancias tan dolorosas ellos intentaban rescatar una historia de amor imposible.”
Zito Lema cuenta que hace unos años hizo un trabajo de campo en el que comparaba las visitas en las cárceles con las de los hospicios: “Se terminan más rápido en los hospicios. Pareciera que el estar loco es el peor de los crímenes porque genera una vergüenza familiar y social más profunda que cuando se comete un delito”.
–¿El sistema social culpabiliza al loco para ocultar su responsabilidad?
–Aunque la locura no causa tanto rechazo como en los ‘60 y ‘70, la figura del loco sigue siendo problemática. Ahora la locura es parte de la cultura social, se aceptan conductas no ya neuróticas sino psicóticas en la vida cotidiana. La renegación (negar la realidad y después negar que se la está negando) es la conducta de muchos políticos que encuentran argumentos para exculparse de su responsabilidad de una manera perversa.
–¿A qué se refiere cuando uno de los personajes dice que hay que buscar la belleza en el hospicio?
–Ubiqué al visitante del hospicio como un hombre prácticamente ciego. Hay un pensamiento, que reconozco tomado de Hegel, que sostiene que lo más paradójico y profundo del acontecer humano es que aquel que no ve es el más obstinado en buscar la justicia y aquel que no tiene la belleza es el más empeñado en encontrarla. Hay que buscar la belleza en los lugares más cotidianos de la vida porque es allí más profunda, verdadera, mágica, casi diría más divina: ser un buscador de perlas en un mar oscurísimo, pero cuanto más oscuro es el mar, más hermosas pueden ser esas perlas.