ESPECTáCULOS
La cultura, en la encrucijada
Canal (á), considerado un ejemplo de señal dedicada al mundo del arte y el espectáculo, discontinuará gran parte de su programación.
Por Julián Gorodischer
Canal (á) dejó de ser un pulso del arte y el espectáculo: el único canal cultural de la Argentina decidió levantar su noticiero y los programas de actualidad. Los motivos, dicen sus autoridades, hay que buscarlos en la crisis y en la recesión de un país que ya no admite el riesgo o la innovación. Apenas la búsqueda desesperada de la venta, el cálculo estratégico de cómo sobreponerse a la bancarrota nacional. En el camino empieza a diluirse una de las experiencias televisivas más valoradas de los últimos años: de cómo fue posible diversificar el arte y la cultura hasta conformar una grilla completa. De cómo la fotografía, el video y el arte digital llegaron a tener un programa propio para conformar a sus seguidores.
Desde esta semana, ya no podrán verse el noticiero y “Agenda urbana”, y a fines de diciembre desaparecerán “Noticias del mundo” y el “Especial de la semana”. Es incierto el destino de ciclos históricos como los de Silvia Hopenhayn, Silvina Chediek y Leonor Benedetto. Un repentino cambio de rumbo hizo que, en el mismo año, el canal emprendiera un camino de alto vuelo para volverse latinoamericano, con más vivo y un noticiero de perfil internacional, y poco después decretara el final de la experiencia. Productores y cronistas lo atribuyen a una falla en el objetivo de inicio: la venta en América latina no habría implicado un ingreso considerable de dinero fresco en dólares. La expansión no justificó el gasto.
Sin corresponsales ni filiales locales, el perfil latinoamericano nunca se logró, y sobre el fin del año llega la marcha atrás que anuncia un regreso a los documentales enlatados. “Canal (á) –dice un comunicado de sus autoridades– ha iniciado un proceso de reestructuración de sus contenidos, que se verá en pantalla a partir del 2003. Esto obedece a la necesidad de adecuarse a los cambios que vienen produciéndose en el mercado de la TV paga en todos los países latinoamericanos a los que llega la señal. A partir de la próxima temporada seguirán en pantalla producciones generadas tanto en la Argentina como en América latina, para lo cual se está rediseñando el plan de producción original adecuado a la nueva realidad.”
Para algunas caras históricas de la señal, el proceso que acaba de iniciarse no promete nada bueno. Silvia Hopenhayn, que comenzó hace seis años con “El fantasma” (encuentros entre autor y lector) y siguió, hasta la semana pasada, al frente de “La lengua suelta”, cree que “el argumento de que llegó la hora de la crisis a Canal (á) no focaliza en un criterio estético o en una política cultural sino en la recesión. ¿Por qué no se cambian los modos de producción en vez de decretar un final? Si me dicen que no les gusta cómo lo hago me resulta más claro que si nadie plantea cómo modificarlo para renovar el lazo. Pero estoy acostumbrada al desconcierto: fue una apuesta demasiado grande para cortarla en el mejor momento”. Aunque el canal asegura que la negociación sigue abierta, la conductora es pesimista sobre la continuidad del ciclo, sobre todo porque le resultaría imposible hacerse cargo de lo que le piden: garantizar la financiación de su espacio.
“Quedamos sin trabajo productores, cronistas y personal de contenidos”, cuenta Javier Castany, del noticiero. “Pramer había apostado a una renovación importante de la grilla y no dio los resultados que se esperaban. El problema se plantea cuando el canal pretende ser regional y no se vende lo suficiente en el continente: querían tener un canal latinoamericano pero, por ejemplo, no pusieron ningún corresponsal afuera; nunca dejó de ser argentino con algunas referencias a la actualidad de América latina. Ahora, el canal va a sobrevivir como una librería de programas atemporales y con producción documental.”
Los cambios en Canal (á) actualizan el debate sobre el rol del Estado para sostener o auspiciar este tipo de iniciativas culturales. ¿Es lógicoque un canal cultural de tiempo completo no reciba ayuda? ¿Debería el Estado hacer un aporte para garantizar su continuidad? Si bien no es éste un final, la que desaparece es la vibración de esta pantalla como tribuna de actualidad, ese lugar donde buscar la agenda y el debate de un tiempo y un lugar. El archivo promete información y calidad visual, pero anula aquello que el canal ofreció durante años: un contacto directo con la obra, las voces y los cuerpos de los artistas locales.
“Al canal le interesa lo que hago –explica Leonor Benedetto, al frente de ‘Querida Leonor: la pasión’–, pero debido a una situación económica grave me han pedido que se renegocien las cosas. Me produce tristeza, pena: la cultura debería figurar en la canasta básica junto con el arroz, el pan y la leche, pero no me parece posible conseguir un apoyo estatal. El Estado debería solventar la cultura, pero si la salud está tan expuesta, ¿qué nos queda para el campo cultural?”