ESPECTáCULOS
“En momentos como éstos, debemos pensar: siempre que llovió paró”
Litto Nebbia concretará esta noche su única actuación del año en Buenos Aires, por lo que presentará temas de por lo menos dos discos.
Por Cristian Vitale
No es fácil ordenar, simplificar, sistematizar una charla con Litto Nebbia. Habla con la misma intensidad con la que escribe canciones y, en verdad, no habla en vano. Tiene mucho para decir. Lo puntual, para empezar, es que se presenta hoy en La Trastienda con el trío que lo acompaña desde hace cuatro años, que completan César Franov en bajo, Quintino Cinalli en batería. Ahora, ¿cuál es el motivo? No se trata de la presentación de un disco. Nebbia está todo el tiempo editando discos que rara vez presenta en un show. Después de todo, casi no alcanzarían las fechas. “El objetivo del show no es el de presentar un disco. Este año me editaron nueve en total –reediciones incluidas– en diversos países del mundo y la idea es tocar un manojo de todo esto, un menjunjito. Es medio esclavo tocar todo un disco cuando hacés una sola presentación. Matás a tus fanáticos. Si les toco todo Península de Valdés se pudre, no los conformás ni con un pasaje gratis a Puerto Madryn”, define Nebbia.
El disco al que alude Nebbia, Península de Valdés es el último que grabó este año. Se trata de una obra climática, casi conceptual, de 45 minutos destinada a describir la magia de Eco Centro, uno de los lugares más bellos del sur de la Argentina. La otra novedad del músico es un homenaje a Brian Wilson, el legendario líder de Beach Boys que hace unos dos años regresó a escena luego del largo martirio de la depresión. Brian Wilson Tributo –así se llama la placa– cuenta con 18 tracks, en su mayoría versiones de esas particulares marca Litto y también una perlita en manos de Los Súper Ratones, como “Till I Die”, en castellano. “Junto a Los Beatles, Wilson es lo mejor que dio el siglo pasado en materia de música popular de rock. Son impresionantes las armonías que construye. Es una pena que los Beach Boys estén tan identificados con aquel adolescente del surf y la playa, teniendo discos cuyas armonías son buenísimas. Al punto que Paul McCartney reconoció hace dos años cuánto le copiaron a Pet Sounds (1966) para hacer Sargent Peppers (1967). No es joda”, plantea Nebbia.
Otra de las razones del recital en La Trastienda es que, durante 2002, el trío no tocó en Buenos Aires. Sucede que Nebbia estuvo girando por el exterior durante buena parte del año presentando discos que le han editado en otros países. El compositor no se detiene –título clavado para definir a un prolífico Nebbia que lleva editados 79 discos, incluyendo a Los Gatos, bandas sonoras, homenajes, etc.– en México; La noche del colibrí en España; Huinca (1972); Despertemos en América (1972) y El vendedor de promesas (1977) –que también se reeditó aquí– en Brasil. Y en enero, en tanto, publican en España un vinilo de lujo del primer y único disco de Los Gatos Salvajes, editado en 1965. “Fue una idea del sello Muster Records. Ellos reconocen el disco de Los Gatos Salvajes como la primera obra de rock cantada en español que se editó en el mundo. Parece que sale como un doble, porque aporté tres bonus tracks inéditos”, comenta Litto.
–¿Por qué la idea de homenajear a Brian Wilson, un músico que en la Argentina nunca fue reconocido al nivel que debería serlo?
–Porque lo conozco desde los 14 años y siempre paré la oreja y dije “qué buen compositor este tipo”. Su vida es una tragedia: estuvo 15 años jodido, internado, con ataques de depresión. Cuando volvió a la vida grabó un par de discos bárbaros. Merece un tributo. El tipo tuvo una vida infernal. El padre le rompió el tímpano cuando era chico, los hermanos le hicieron un juicio, todo mal, y sin embargo sus temas son a veces de un lirismo impresionante.
–¿Cómo lo concibió en el aspecto musical?
–No son covers, son versiones con mi estilo. Tomo las canciones y les agrego guiños; una tímbrica más Río de la Plata y esas cosas. Es uno de esos discos que hago por puro placer.
–El mismo criterio que aplicó en “Beatles Song Book” el homenaje a The Beatles, editado en 1999.
–Exacto. Ese disco nunca lo presenté en vivo, ni hice difusión. Sin embargo, lo compran los coleccionistas en el exterior porque les llama la atención que no sean covers sino versiones con otro olor. En el caso del homenaje a Wilson, también hay una intención pedagógica porque acá no son conocidos ya que la compañía que tenía los derechos habrá sacado tres discos en 30 años. Entonces, los Beach Boys te suenan, pero nada que ver con los Stones.
–Estos discos, ¿son una manera de volver a sus fuentes de inspiración o una concesión a la nostalgia?
–Tengo muchas ganas de mostrar a las nuevas generaciones quién es Brian Wilson. Los pibes no lo conocen por lo tanto no tiene sentido que los convenza. Mejor, se los muestro. El tipo era una bestia y está bien que se lo reconozca. No se trata de nostalgia porque la ponés hoy día y sigue siendo tan actual como antes. Diría que se trata una relectura cuyo objetivo es contrarrestar tanta música aburrida que te pasan por radio y tevé.
–¿Cómo surgió el proyecto “Península de Valdés”?
–Hace un año fuimos a tocar al Eco Centro de Puerto Madryn, un lugar hermoso manejado por tipos que están en eso del cuidado de las ballenas, los lobos marinos. Dos tipos que, además, son sensibles a la música y la poesía. En mi último disco Corazones y Sociedades (2001) escribí “La canción del mar” y ellos se sintieron muy halagados. Les ocurrió que estaría bueno hacer conocer el lugar a través de un disco y ahí les propuse musicalizar textos como “El faro”, “Playa y libertad”, “Punta Norte”.
–Casi un disco geográfico...
–Tiene que ver con el lugar, con su magia. Se me ocurrió hacer una banda sonora del lugar como si fuera una película. Yo me manejo así, con cosas de largo horizonte que no sean viejas el año que viene.
–Su último disco de canciones nuevas “Corazones y Sociedades” cierra con una canción sugerente “Lo que se viene”... la letra insinúa un futuro esperanzador.
–Es una letrita, una reflexión que hice para terminar el disco. La letra nunca está desligada de lo que pasa socialmente. Uno es esponja y “Lo que se viene” es una especie de apuesta a dejar de quejarse por lo que pasa y ponerse a construir. En momentos como éstos hay que pensar: siempre que llovió paró. Creo que va a venir un cambio de mentalidad que nos ayudará a salir de este quilombo. Es cierto que desde adentro esto parece Vietnam, pero si vos recorrés el mundo te das cuenta de que la Argentina no es Vietnam. Por eso hay margen para la esperanza. En algún momento, la gente que maneja los destinos del país tendrá que ponerse los pantalones largos. En la Argentina nadie quiere perder ni a las bolitas. Y yo, que provengo de un momento generacional en el que nuestro punto de partida era no ser complaciente, tengo la obligación de decirlo. No voy a venir a cambiar justo ahora.