SOCIEDAD
El médico del caso García Belsunce, especialista en firmar defunciones
El gobierno porteño ya lo había denunciado. Y ahora descubrió nuevas irregularidades.Ibarra le entregó las pruebas al fiscal.
Por Horacio Cecchi
Mientras continúan las investigaciones y el misterio en torno a las responsabilidades sobre la muerte de María Marta García Belsunce, comienza a iluminarse otro costado del caso: la responsabilidad médica, no en la muerte sino en su relato. Tres médicos intervinieron en el caso, pero sólo uno firmó el acta de defunción exigido por las autoridades para habilitar el sepelio. Se trata de Juan Carlos March, médico convocado por Casa Sierra, la cochería contratada por la familia para realizar el sepelio. March es un viejo conocido del Gobierno de la Ciudad: en 2000 hicieron un seguimiento de su estilográfica, que implantaba su firma en actas de defunción como una fábrica de chorizos. El gobierno porteño lo denunció ante la justicia penal, que lo sobreseyó un año después. Ahora se toparon de nuevo con él. En el acta de defunción, March dio fe de que personalmente comprobó la muerte natural de García Belsunce. Curiosamente sostuvo que falleció en Capital. Pero lo más curioso es la hora, las 19, porque a las 19.10, March aparece firmando otro deceso, no en Capital sino en Haedo.
María Marta García Belsunce murió entre las 18.10 y las 19.05 del domingo 27 de octubre pasado, en su casa en el Carmel Country Club, de Panamericana y Champagnat, jurisdicción de Pilar. En aquel momento, la versión familiar se fundamentó en los trágicos hilos que digita el destino: un resbalón mientras se duchaba, un golpe en la cabeza y el inexplicable final. Dos médicos de empresas de emergencia llegaron a conclusiones diferentes: uno sostuvo (aunque no está claro si lo expresó abiertamente o fue una silenciosa reflexión) que sospechaba una muerte no accidental. Había constatado un hueco detrás de una de las orejas de la mujer, por el que podía introducir el dedo índice. El otro médico, en cambio, dijo que era muerte accidental, y apenas palpó lo que creyó un pequeño golpe. De todos modos, ninguno de los dos profesionales firmó el acta de defunción. Luego de sepultada, la familia no volvió a hablar del tema, al menos públicamente.
Un mes después, el cuerpo de la mujer fue retirado de la bóveda familiar en el Cementerio de la Recoleta, por orden del fiscal de Pilar Diego Molina Pico. La autopsia dio una versión diferente sobre lo trágico y sus hilos: la mujer tenía cinco balas calibre 32 en el cráneo. La investigación, como informó Página/12, se soporta especialmente sobre la hipótesis del crimen pasional, aunque hay datos que van socavando esa línea. En cambio, comienza a tomar más fuerza el crimen por venganza, posiblemente contra el marido de la mujer, el ex agente de Bolsa y financista Carlos Carrascosa.
Mientras esta investigación avanza, otra se desarrolló en forma simultánea, siguiendo el principal interrogante: ¿cómo, quién y por qué la dio por fallecida de modo natural con cinco plomos en el cráneo? La respuesta no era compleja: el acta de defunción estaba firmada por el doctor Juan Carlos March, matrícula nacional 19.897, quien constató que la muerte se produjo por “paro cardiorrespiratorio no traumático”.
March fue convocado por Casa Sierra para resolver el entuerto en que los otros dos profesionales habían metido a la familia al no firmar el acta de defunción. No fue la primera vez que lo hizo. Según revelaron a este diario fuentes del gobierno porteño, “en el 2000 hicimos un seguimiento sobre él a partir de que nos encontramos que lo llamaban de una cantidad de cocherías y firmaba alrededor de 30 defunciones por día”. El seguimiento derivó en la intervención de la Central de Defunciones dependiente del Registro Civil. El gobierno presentó una denuncia contra March ante la justicia penal. Un año después fue sobreseído y March siguió dando por muertos.
El caso García Belsunce lo volvió a la mira. Además de la extraña certificación de muerte natural, el médico la dio por muerta a más de 20 kilómetros de la bañadera de Pilar: en Junín 1397 de esta Capital. En elformulario impreso por la intervención de la Central de Defunciones, March marcó con una cruz el casillero que corresponde a “reconoció personalmente el cadáver”. No conforme, fijó como hora de su muerte la que deben haberle sugerido: las 19. A las 19.10, con velocidad de ambulancia, el mismo March aparece firmando otra defunción natural, marcada en el mismo casillero, pero con domicilio en Haedo. Ayer, el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, habló personalmente con el fiscal Diego Molina Pico y entregó la documentación. Todo indica que March marchará preso.