ESPECTáCULOS
Cuando de improvisar se trata, hasta los errores son graciosos
La serie de Sony “Whose Line Is It, Anyway?” consiste en eso: una desopilante comedia en la que ningún sketch está preparado.
“Whose Line Is It, Anyway?” (algo así como “A propósito, ¿a quién le corresponde esta línea?”) es un programa único en su especie: se dedica a la comedia improvisada. Como si fuera un concurso de talentos, hay un conductor y cuatro participantes, pero los puntos que se les asignan no tienen el menor sentido, tal como se aclara al comienzo de cada emisión. En realidad, todo consiste en hacer reír, con consignas que sirven como urgente disparador para la creatividad de los actores fijos e invitados de cada noche. Aunque el ciclo que puede verse aquí a través de Sony (los miércoles a las 20.30) está producido en Estados Unidos, la idea surgió en 1988, en una radio de Inglaterra. Enseguida pasó a la televisión, ganó varios premios y sacó a la luz a una nueva generación de comediantes ingleses. El traslado a la norteamericana ABC fue de la mano de algunos de los protagonistas de la original, Ryan Stiles y Colin Mochrie, a los que se agregaron Drew Carey (cuyo exitoso “The Drew Carey Show” antecede en la grilla horaria de Sony a “Whose Line...”) como presentador y, esta temporada, el versátil Wayne Brady como miembro fijo del elenco.
Si el televidente no está habituado a ver el programa, la mecánica puede resultarle algo confusa, en especial por esa suerte de concurso trucho que se propone. También es frecuente que algunos chistes pierdan efecto con la traducción. Salvados esos temas, “Whose Line...” es uno de los programas más graciosos que propone la televisión enlatada. Todos los protagonistas del programa tienen sobrado talento para la improvisación y se han destacado como actores en otros ciclos. Sin embargo, también son frecuentes los errores, que provocan incluso más risa.
Cada emisión arranca con Carey presentando a los cuatro participantes: Stiles, Mochrie, Brady y algún invitado igualmente eficaz para los diálogos improvisados. Los sketches son propuestos por el anfitrión con la ayuda del público. Por ejemplo, pueden hacer “El peor video para conseguir citas del mundo”, en el que los actores intentan la frase más desubicada para atraer al sexo opuesto, orientados por prendas de vestir que les tocan lucir. También está “El monstruo de tres cabezas de Broadway”, en el que tres participantes deben cantar en el momento la canción de amor de un musical cuyo título inventa el público; para complicarla un poco, cada actor sólo puede pronunciar una palabra por turno, y, por supuesto, la letra debe tener sentido.
Otro juego recurrente es el “Flash de noticias”, en el que dos de los actores encarnan a presentadores de un noticiero que deben orientar al calvo Mochrie. En la ficción, éste es un supuesto enviado especial a un lugar donde sucede algo, pero en realidad está en un estudio con una pantalla que no puede ver y debe contestarle a los conductores sin pasar papelones. Y al final, adivinar de qué se trataba la acción que debía narrar. Brady también tiene su momento estelar cuando improvisa una canción de acuerdo con la profesión de un miembro del público. Pero eso no es todo: debe hacerla imitando a un cantante en especial. Por ejemplo, le cantó como Tina Turner a un reclutador del ejército y como Michael Jackson (versión Jackson Five y versión Thriller) a una anciana jardinera. El actor negro logró además uno de los momentos más hilarantes de lo que va de la temporada. Le pidieron que dijera lo que nadie esperaría escuchar sobre un ring de boxeo; entonces se cuadró como un peleador frente a su oponente y soltó: “Mierda, ¡qué lindo que es!”.