ESPECTáCULOS › “ZOOLANDER”, PROTAGONIZADA Y DIRIGIDA POR BEN STILLER

Un modelo, pero de estupidez

 Por Horacio Bernades

“¿En la adolescencia fuiste bulímica? ¿Y eso qué es? ¿Una forma de adivinación?” No se trata de las preguntas de alguna conductora de la televisión argentina a una modelo, sino de las que unos modelos hacen a una periodista. Como puede notarse, no son gente del todo informada. Cuando un grupo de conspiradores se propone, al comienzo de la película, conseguir a un modelo masculino que sea lo suficientemente imbécil como para lavarle el cerebro rápido y fácil, todos exclaman a coro el nombre de uno de ellos. La más retorcida parodia a las películas de espionaje, Zoolander es, antes que nada, una salvaje tomadura de pelo a la imbecilidad humana. De la que el protagonista es el mejor modelo, en ambos sentidos de la palabra.
Zoolander es la nueva película de Ben Stiller. Desde que en Loco por Mary no pudo subirse el cierre sin engancharse el pellejo, este muchacho de rostro geométrico y mandíbula prominente comenzó a convertirse en lo que es hoy: el perfecto Rey de los Idiotas. En la aquí inédita Flirting with disaster, La familia de mi novia y la inminente Los excéntricos Tennenbaums, Stiller demostró que no hay nada menos idiota que reírse de un idiota. Conviene no olvidar que el hombre, proveniente de una familia de talentosos comediantes, no se limita a actuar. Libretista de sus propios shows en MTV y el canal Fox, cada tanto Stiller incursiona también en la dirección. Después de Generación X y la pesadillesca El insoportable, Stiller concreta, con Zoolander, la que posiblemente sea su mejor película. No perfecta, pero sí la mejor.
Como es un pendenciero, años atrás Stiller presentó por primera vez al personaje del modelo idiota en una entrega de premios del mundo de la moda. Ahora, Derek Zoolander ya tiene película propia. Se lo merecía. Prisionero del look, para sus colegas su nombre es casi mítico. Teniendo en cuenta el poco seso y lo limitado de su arte (tiene patentada cada expresión como si se tratara de productos, pero lo curioso es que todas son la misma), el solo hecho de que lo rodee ese aura no habla demasiado bien del mundo que representa. Pero este campeón del modelaje atraviesa una dura fase de su carrera. Destronado por el ascendente Hansel (Owen Wilson), Zoolander se anda preguntando por su identidad frente a su propia imagen, reflejada en el agua de la alcantarilla.
Quebrado en sus ideales, vuelve al pueblito que lo vio nacer, pero no elige el look más adecuado: el trajecito de piel de cocodrilo no queda del todo bien entre sudorosos mineros, y será echado a patadas. Todo está servido para que alguien se aproveche de él, y será un afectadísimo rey de la moda (encarnado, a puro gritito, por el comediante de “Saturday Night Live” Will Ferrell) quien tenga la idea de usarlo como arma mortal. Ocurre que el nuevo presidente de Malasia acaba de subir los salarios, y para peor prohibió el trabajo esclavo de menores de edad, lo cual no les cayó nada bien a los empresarios de la moda. Zoolander deberá ser el brazo ejecutor. Luego de que le hayan lavado el cerebro (le proyectan un audiovisual en el que los niños del Tercer Mundo reclaman por su derecho al trabajo), Derek estará listo para convertirse en máquina de matar. Con mucho del humor entre naïf y delirante de Austin Powers, llena de cameos de amigos y famosos y pletórica en referencias cinematográficas que a veces funcionan y otras no tanto, Zoolander chorrea acidez y cuenta con varios momentos para el recuerdo. Trágica, la escena en que los mejores amigos del protagonista se olvidan de que no conviene prender un fósforo tras haberse rociado con nafta. Inolvidable, el duelo de modelajebreakdance que enfrenta a Hansel y Zoolander, con David Bowie como árbitro. Preocupante, la revelación (a cargo de David Duchovny, de Los archivos X) de que a Lincoln y Kennedy los mató el mundo de la moda. Oliver Stone, ¿estás escuchando?

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