ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A JORGE COULON, DE INTI ILLIMANI
“Hay que dejar testimonio”
Uno de los integrantes históricos del grupo chileno, que se dispone a encarar una gira por la Argentina, explica por qué cree necesario “hacerse cargo de la memoria”, pero sin apelar a la nostalgia ajena.
Por Karina Micheletto
A fines de los ‘60, los chilenos Inti Illimani surgieron como referentes de la nueva canción, con obras fundamentales como “Hacia la libertad” y “Chile resistencia”. En sus casi treinta y cinco años de vida artística, la banda atravesó distintos cambios, tanto en su repertorio como en sus integrantes, algunos más traumáticos que otros (el alejamiento de históricos como José Seves y Horacio Molina, por ejemplo, llegó a hacer poner en duda la continuidad de la agrupación). En la trayectoria de este mítico grupo se resume la historia de un país, con su aparición en las peñas de la familia Parra, los quince años de exilio europeo y el posterior regreso al Chile democrático. Inti Illimani supo sobrevivir a la época que lo hizo posible. “El largo exilio en Italia nos enseñó que la música popular comparte su raíz y su alma con todo el mundo. Más tarde vendrían los encasillamientos: ‘world music’, ‘música étnica’, pero lo nuestro no fue fruto de una idea sino de un enamoramiento”, explican los chilenos, que tiempo atrás se cruzaron artísticamente con Peter Gabriel.
El presente de Inti Illimani incluye extensas giras por todo el mundo. Hasta ahora, en la Argentina era más fácil escucharlos en vivo, en alguna de sus esporádicas presentaciones, que conseguir algunos de sus principales discos. Pero Warner planea reeditar su discografía, y en estos días lanzará Lugares comunes, el último trabajo, que retoma los ritmos más tradicionales, después de un disco que ahondaba en valses y boleros. Este sábado y domingo, el grupo chileno se presentará en La Trastienda, después de actuar el viernes en la Sala Lavardén de Rosario y el sábado en la Biblioteca Popular de Paraná. Antes de esta gira, Jorge Coulon, multiinstrumentista e integrante de Inti Illimani desde los inicios, concedió una entrevista telefónica a Página/12, desde Santiago de Chile.
–Una parte del público debe seguir reclamándoles los temas históricos. ¿Cómo manejan el peligro de sonar anacrónicos?
–No lo manejamos conscientemente, tiene más que ver con la sensibilidad. Es cierto, hay una parte del público que va a escucharnos esperando que alimentemos su propia nostalgia. Otros nos exigen una conciencia revolucionaria al margen de los tiempos y de sus propias vidas. No es nuestra intención alimentar ese sentimiento de autocompasión tan dañino para lo que alguna vez se llamó la izquierda. Pero, por otra parte, es importante dejar un testimonio, aunque ésa sea una palabra gastada de tanto uso, en una época tan light como ésta. Y eso es imposible sin tener en claro lo que pasó, que fue algo concreto y terrible. Lo que hacemos es adecuarnos al lugar en donde actuamos. En un salón turístico en el que están todos tomando whisky no cantamos “El pueblo unido jamás será vencido”, pero sí en un recital por la paz. Lo que tiene coherencia, contiene belleza. El patrón no es ideológico sino estético.
–Tras la partida de algunos integrantes, se dudaba de la continuidad del grupo. ¿Cómo se reacomodaron?
–Todos tuvimos un tiempo de incertidumbre, que tuvo que ver con nuestro regreso a Chile después de quince años. Después de la crisis que sobrevino al alejamiento de algunos de los miembros fundadores del grupo, quedó claro que el conjunto tiene que trascender a sus integrantes, incorporar gente joven, con otras experiencias musicales y de vida.
–¿Cómo se ve desde Chile el recambio presidencial de la Argentina?
–Hay cierto repudio frívolo de quienes querían una primera dama chilena, sin importar quién es su marido o quién es esa primera dama. Al margen de lo que pase, de que a Kirchner le vaya mejor o peor, la Argentina ha retomado su propia historia. Si ganaba Menem, recomenzaba la historia de Menem. Ahora es la Argentina la que sigue adelante. En Latinoamérica no necesitamos ni héroes ni santos de turno, sino democracia.
–Chile quedó un poco al margen de cierto espíritu de unidad latinoamericana que resurgió últimamente.
–Pinochet nos dejó al margen, y ése es uno más de sus crímenes. Ahora tenemos un muy buen presidente, pero él solo no puede sacar a Chile del lugar en el que está. Hace falta tiempo para cultivar un sentimiento latinoamericano. Pinochet logró aislarnos culturalmente, sembró rencores y enemistades que están metidas en la gente.
–Existe la posibilidad de que Menem se radique en Chile. ¿Cómo es recibido allí?
–Como un personaje simpático que organiza buenos asados. A la gente le cae bien porque hace cosas que otros políticos no hacen, se sale del protocolo, charla con todos, hace chistes. Por mí, mientras se quede haciendo asados y contando chistes, está bien. A lo mejor nunca debió haber salido de esa función.