EL MUNDO › LA CUMBRE NO LOGRO ALGUN ACUERDO TANGIBLE PARA RESCATAR LA ECONOMIA MUNDIAL

El día en que el G-8 giró en descubierto

Palabras, palabras y más palabras fue todo lo que surgió ayer de la cumbre de siete países más industrializados y Rusia en la localidad francesa de Evian. Las ONG se burlaron ampliamente de un documento al que consideraron “vacío” y “decepcionante”.

 Por Eduardo Febbro

Los líderes del Grupo de los 8 reunidos en la ciudad francesa de Evian no respondieron a la pregunta planteada ayer en el suplemento económico del vespertino francés Le Monde; tampoco desembolsaron fondos suplementarios para combatir el hambre en el mundo ni tomaron medidas para facilitar el acceso a los medicamentos en los países en vías de desarrollo. “¿El G-8 salvará de la caída a la economía mundial?”, pregunta Le Monde. La respuesta dada en la cumbre se limitó a una serie de anhelos y convicciones carentes de toda medida concreta.
El presidente francés Jacques Chirac declaró que “hubo una convergencia de análisis y una auténtica convicción de que todas las condiciones están reunidas para permitir una recuperación de la economía”. Según el mandatario, la situación actual es tanto más clara cuanto que las “incertidumbres sobre la guerra de Irak se han disipado, hay un importante descenso del precio del petróleo y las tasas de interés son bajas”. El jefe del Estado aseguró luego que los integrantes del G-8 manifestaron su “voluntad de asumir la responsabilidad” de garantizar el crecimiento económico, aceptaron la “necesidad de adaptarse en permanencia” a los imperativos internacionales al tiempo que se mostraron dispuestos a “prevenir eventuales crisis financieras como la asiática”.
Sin embargo, no se hizo ningún anuncio práctico para restablecer la tranquilidad en los mercados cambiarios afectados por la constante caída del dólar frente a la moneda única europea. La portavoz de la presidencia de la república, Catherine Colonna, afirmó ayer que durante el encuentro que George W. Bush mantuvo con Chirac el primero se comprometió a “adoptar medidas para apoyar un dólar fuerte”. A su vez, el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, reveló que Bush dijo ante sus socios que no se serviría del dólar como un “arma económica” y que tampoco estaba interesado en un “dólar débil”. El tema de las tasas de cambio entre las monedas era uno de los más polémicos en la agenda de la cumbre de Evian. Los europeos juzgan que la caída de un 17 por ciento del billete verde con respecto al euro penaliza las exportaciones de la eurozona. Si bien los ocho juzgan que “la estabilidad del mercado cambiario es un elemento importante para favorecer el crecimiento económico”, Bush dejó Evian apenas con una promesa formulada a puertas cerradas.
El otro tema de peso evocado durante la jornada de ayer fue la lucha contra el terrorismo. Los ocho dirigentes crearon un “grupo de acción contra el terrorismo”, el GACT, a fin de reforzar los medios para luchar contra lo que el G-8 considera”una grava amenaza”. Los países que integran el GACT dotarán a este estructura de fondos, aportes técnicos y capacitación para que el grupo cumpla con sus objetivos. En el contexto de las relaciones internacionales, los 8 exhortaron a Corea del Norte a “desmantelar cualquier programa de armamento nuclear de forma visible, verificable e irreversible” y exigieron a Irán que respetara sus obligaciones en lo que atañe la no proliferación nuclear. El grupo consideró que la proliferación de armas de destrucción masiva era, con el terrorismo internacional, “la principal amenaza que pesa sobre la seguridad internacional”.
Los temas ligados a las múltiples problemáticas de los países en vías de desarrollo tampoco gozaron de la generosidad de las grandes potencias. Las discusiones que se entablaron ayer en torno del desarrollo sostenible se llevaron a cabo sin la presencia de Bush que partió anticipadamente hacia Egipto para participar en una cumbre con los países árabes (ver pág. 16). A lo largo de una extensa declaración llena de decoraciones verbales y paradójicamente llamada “plan de acción”, el club de las grandes potencias considera que el hambre en el mundo “es una tragedia que podría evitarse. El texto constata que “millones de personas en el mundo, entre las cuales 40 están en Africa, corren el riesgo de morirse de hambre”. Sin embargo, pese a que el círculo de las potencias mundiales se declara determinado a “remediar” el drama con “medidas inmediatas”, no existe una sola línea que hable de fondos, mecanismos financieros o incrementos de la ayuda al desarrollo para cumplir así con los objetivos fijados por la ONU a fin de que, de aquí al ano 2005, la pobreza baje a la mitad. Las ONG se burlaron ampliamente de un documento al que consideran “vacío” y “decepcionante”. La misma decepción puede verificarse en lo que se refiere a la problemática del acceso a los medicamentos en los países en desarrollo. En otra declaración bucólica, el G-8 no asume ni el más mínimo compromiso para que los países pobres puedan producir medicamentos genéricos. En contra de lo que ONG internacionales como Médicos sin Fronteras (MSF) habían pedido, es decir, permitir la producción local de medicamentos y facilitar la transferencia de tecnologías, los líderes insisten en el papel “preponderante de los grandes grupos farmacéuticos”. La ausencia de Bush en este debate era más que sintomática. Los 144 países de la Organización Mundial del Comercio (OMC) trabajan en la elaboración de un sistema capaz de permitir que los países en desarrollo importen y produzcan sin pagar derechos copias de medicamentos patentados. Dicho programa sigue bloqueado en la OMC debido a la oposición de Estados Unidos.
Las potencias mundiales se mostraron más concretas a la hora de condenar la corrupción y fijar normas estrictas aplicables en las naciones pobres. En un documento que parece condicionar la ayuda según el compromiso de los países en la lucha contra la corrupción, el G-8 exige “mejor transparencia, buena administración y respeto del Estado de derecho”. Si para los dirigentes la corrupción es “uno de los peores obstáculos al desarrollo económico y social”, estos se pronunciaron por la reorientación de la “ayuda bilateral prioritariamente hacia los países que demuestren su compromiso” en el combate contra la corrupción. Como si la corrupción tuviera un solo rostro, el de los pobres, el G-8 pide además “evaluaciones cualitativas sobre la gestión de las finanzas públicas antes de que los países puedan beneficiarse de apoyos presupuestarios”. Los militantes antiglobalización no ocultaron ayer su decepción frente a este río de palabras sin medidas y hasta criticaron las propuestas hechas la víspera por el presidente brasileño Lula da Silva. El mandatario propuso la creación de un Fondo Mundial contra el hambre financiado en parte con una tasa aplicable a la venta de armas. Bernard Pinaud, delegado del Centro de Investigación e información para el desarrollo, el CRID, estimó que la iniciativa no era aceptable ya que “cuanto más armas se vendan, más se alimentará ese fondo social. Esto no es aceptable”.
Por último, las dos potencias divorciadas, Francia y Estados Unidos, protagonizaron ayer un encuentro más cordial que el de la víspera. George Bush y Jacques Chirac reconocieron que habían pasado “por un momento difícil” a raíz de la crisis iraquí y luego reiteraron la “calidad” de sus relaciones. Al igual que el contexto general de la cumbre, hubo muchas sonrisas ante las cámaras, muchos textos escritos y ningún cheque firmado para lo que era uno de los objetivos del encuentro de Evian: el desarrollo.

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Jacques Chirac con Jean Chretien, Vladimir Putin, George W. Bush y Tony Blair.
 
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