ESPECTáCULOS › “LA HISTORIA PARALELA”, UNA VISION CRITICA DE LA HISTORIA DEL MUNDIAL 78
El lado oscuro de “la fiesta de todos”
Un programa documental que emitirá hoy Telefé indaga en el costado más oscuro de esos tiempos y revela detalles terribles sobre los detenidos ilegalmente: uno de ellos fue llevado a una conferencia de prensa de Menotti.
Por Emanuel Respighi
El mundial de fútbol Argentina ‘78 fue mucho más que un evento deportivo. Su peso histórico sobrepasa el hecho de que en esa competencia, el seleccionado nacional se haya consagrado campeón mundial por primera vez en su historia. Ese es un detalle socialmente secundario, si se tiene en cuenta el plan sistemático de aniquilación de personas que paralelamente llevaba a cabo la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla. Mientras buena parte del pueblo festejaba los goles de Mario Kempes y compañía, otra parte sufría en las sombras los tormentos de un régimen asesino. Aquel mundial, el primero realizado en territorio argentino, fue utilizado políticamente por la dictadura para intentar mejorar su imagen en el exterior y encubrir los miles de asesinados, desaparecidos y torturados que habían generado. A dos días de cumplirse 25 años de la vuelta olímpica del equipo de César Luis Menotti, Telefé estrena hoy, a las 23, un documental que cuenta la otra cara –la más dolorosa– del Mundial. “Mundial ‘78: la historia paralela” es el resultado de un trabajo de investigación producido por Cuatro Cabezas y Ayer Nomás Producciones, del periodista Gonzalo Bonadeo, sobre un libro de Ezequiel Fernández Moores.
Con el relato en off de Enrique Pinti, imágenes inéditas de archivo y entrevistas realizadas a integrantes del plantel campeón, sobrevivientes de la ESMA y miembros de organismos de derechos humanos, el documental comienza mostrando el agasajo que Videla le brindó en la Casa Rosada al equipo de Menotti días antes del comienzo del Mundial. “Señores, así como el comandante arenga a su tropa antes del combate, así he querido hoy, frente a ustedes a través de esta visita ejemplar, a que se sientan y sean realmente ganadores”, les dijo el represor a los jugadores el 26 de mayo de 1978, como si se tratase de una orden militar.
El documental plantea, recordando las actitudes de Adolf Hitler en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, y Benito Mussolini en torno al Mundial de Fútbol de Italia en 1934, que el Mundial ‘78 fue “una de las más groseras utilizaciones políticas de la historia del deporte”. El relato toma como eje la cruel convivencia de dos países opuestos en menos de mil metros: el de la euforia en el Monumental y el de la picana en la ESMA. Graciela Daleo, una militante torturada en la ESMA, cuenta que el día de la final “el tigre Acosta entró levantando los brazos y gritando: ¡ganamos, ganamos!. Ahí tuve la certeza de que si él gritaba que habían ganado, entonces nosotros habíamos perdido”. Daleo señala que, descaradamente, sus captores la obligaron a festejar el campeonato la noche de la consagración junto a ellos. “Viendo a la multitud festejando –recuerda– viví otro momento de infinita soledad, porque me di cuenta, llorando, de que si me ponía a gritar que era una desaparecida nadie me iba a dar pelota.”
Las denuncias en el exterior sobre las violaciones que cometía la dictadura se hacían sentir cada vez con más fuerza. Para combatir la llamada “Campaña antiargentina”, Emilio Massera armó su propio mecanismo de propaganda con la creación en el altillo de la ESMA de una oficina de prensa. “La pecera” –tal como la llamaban los prisioneros– tenía un doble objetivo: difundir información que fuera afín a los intereses de la dictadura y archivar lo que se difundía sobre Argentina en el extranjero. Raúl Cubas, uno de lo secuestrados que trabajó para salvar su vida en “la pecera”, cuenta que una vez lo mandaron a cubrir una conferencia de prensa de Menotti, en busca de obtener una opinión favorable del director técnico sobre la situación del país. “La idea –cuenta Cubas– fue del teniente de navío Rolón, que inclusive me acompañó a la entrevista. En la rueda de prensa lo único que hacía era mirar alrededor. Me parecía una locura, porque estaba allí, pero en realidad no pertenecía a este mundo.” El ex secuestrado señala que luego de la conferencia participó de una entrevista con el técnico, durante la cual no le faltaron las ganas de confesarle a Menotti su condición de desaparecido. Pero no se animó por miedo. “Mi único momento de racionalidad –recuerda– fue ubicarme cerca de Menotti en la rueda de prensa para tratar de salir en una foto. Incluso, en la foto que salió publicada en La Nación se ve a Rolón y yo detrás, parado. Pensaba que si el día de mañana podía salir libre, ésa era una prueba de que yo había estado allí. Porque en ese momento no sabía si después de la entrevista iba a vivir o si me boleteaban inmediatamente”.
Con el paso de los años, el plantel ‘78 fue criticado duramente por la falta de compromiso con lo que ocurría en el país. Entre los testimonios de varios integrantes de aquel seleccionado se destaca el de Osvaldo Ardiles, quien confiesa que “estaba convencido de que nosotros éramos derechos y humanos”. “Me molestaba cuando atacaban a Argentina, cuando periodistas del exterior me hacían preguntas difíciles. Yo pensaba que era todo propaganda comunista, zurda. Ese era yo, que era uno de los más instruidos”, analiza.
En la misma línea, Menotti señala que “la lucha contra la dictadura se debería plantear desde otro lugar y no desde la selección argentina”. El documental sostiene que durante el mundial Menotti se escapaba de la concentración para reunirse con dirigentes del Partido Comunista. “Tuve muchas reuniones –admite el entrenador– en las que discutíamos todo, hasta la lucha armada. Hay muchas cosas que a mí me avalarían para demostrar que fui más combativo que muchos de los que ahora dicen pavadas: yo tuve gente en mi casa y también saqué gente de la calle”.
El especial se cierra con las palabras de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, a quien la dictadura le quitó a su hija Laura, que esperaba un hijo (Guido) para la época en que se jugaba el Mundial. “El propósito de la dictadura –indica– era deshacer este país, reinar por tiempo indeterminado y que la familia de los que llamaron subversivos fuera diseminada. Pero no lo consiguieron porque estamos juntos, el país existe y está de pie, y porque los Carlotto estamos juntos en los fideos y en los asados de los domingos. No está Laura, no está Guido, pero los estamos esperando.”