ESPECTáCULOS › EL ATIPICO RETORNO DE ORION’S, A VEINTE AÑOS DEL EXITO
Será toda la noche, sin parar
La banda, que se hizo famosa en 1982, con el hit tribunero “Hasta que salga el sol”, regresa a escena con un show en el Premier. “Venimos a ocupar nuestro lugar, que estaba vacante”, definen sus integrantes.
Por Cristian Vitale
Pese a que el origen de Orion’s se remonta a fines de los ‘60, pocos lo tienen en cuenta como pioneros. O, al menos, no en el mismo lugar que la historia del rock nacional le asigna a Manal, Vox Dei, Almendra o Los Gatos. “Nos manejábamos en forma tangencial respecto del sistema. Todo el mundo grababa en Microphone, nosotros lo hacíamos en Phonogram –en donde debutaron con Superángel (1973)–. Casi todos tocaban rock en tres tonos, nosotros éramos progresivos”, resume el único sobreviviente de aquella formación, el bajista Ronny Bar, en la entrevista con Página/12.
El enlace con el presente no apunta a descubrir de qué manera se insertaba el grupo en aquel contexto –fueron grupo revelación en el Festival Pinap (1969), por ejemplo–, sino a recordar el lugar donde tocaron solos por primera vez, y donde volverán a presentarse hoy luego de 20 años de ausencia de los escenarios: el teatro Premier. “Era 1971. Fue increíble: me bajé del subte con un cabezal Marshall en la mano y vi una cantidad inmensa de gente sobre Corrientes. Me pregunté ‘¿y toda esta gente?’. Era para vernos a nosotros. No lo podía creer”, recuerda Bar. “Mataría bajar con el Marshall hoy y encontrarte con la misma situación”, completa Varak. El Premier, que en aquel tiempo era un cine, recibirá nuevamente al grupo, cuyos cinco integrantes acumulan hoy 250 años. “Creo que logramos una síntesis –prosigue Bar–, hoy tocamos música clásica y también rock con tres tonos. Lo nuestro es una mezcla de hardrock, rock and roll y sinfónico.”
–Dicho así, podrían ser confundidos con sus contemporáneos de El Reloj.
H.V.: –No. Esto es Orion’s. Una diferencia con El Reloj es la voz. Ellos tienen un cantante heavy. Y las bases son medio thrasheras. Nuestro cantante no es heavy y tampoco hay thrash. Además, respetamos el formato canción.
Tres de los cinco miembros de la formación que regresa a escena –Alberto Varak, Horacio Várbaro y Cacho Dárias– estuvieron entre fines de los ‘70 y principios de los ‘80, cuando la banda pasó a llamarse Orion’s a secas y atravesó el período más exitoso de su historia, a caballo del hit de tribuna y fogón “Hasta que salga el sol” y la edición del cien mil veces vendido Volando alto (1982). Alex Laudano, guitarrista, fue convocado hace un año. El dato menos entendible de la historia del grupo es precisamente haberse separado en el momento más vendedor, exactamente el 30 de diciembre de 1983 con un Obras a pleno y el futuro abierto. “Hoy no haríamos lo mismo –admite Dárias–, pero en ese momento nos interesaba poco el éxito. Además, hubo problemas internos que nos llevaron a distanciarnos. En realidad, nos peleamos todos.”
–Pese a que las condiciones estaban dadas para que continuaran, al menos en el aspecto económico...
R.B.: –De hecho nos separamos llenando un Obras, con 10 mil carteles de publicidad tirados en la sala de ensayo. Nos separamos por boludos, en síntesis.
–¿De qué manera funcionó eso de que la obra (“Hasta que salga el sol”) supera al artista?
R.B.: –Nos sobrepasó. Dejó de ser nuestra para ser de la gente, al punto que hasta le cambiaron la letra. Inclusive, el corte de difusión de ese disco era otro, pero la gente transformó “Hasta que salga el sol” en el principal. En realidad, nosotros la odiamos y la amamos por igual.
–¿Cómo es la versión que ensayaron para el regreso?
C.D.: –La línea melódica es la misma. Cambian algunos arreglos. Empieza country, muy acústica y concluye con el gran coro que la caracteriza.
También hay canciones nuevas. Una de ellas, “Tocate el otro”, remite al estigma de mufa que rodea a la banda desde hace bastante tiempo. “No es un chiste –advierte Darias–, como te darás cuenta nos chupa un huevo todo.” Junto con otras canciones –“El filo de la navaja”, “Una noche y nada más”–, “Tocate el otro” será parte de las novedades que la banda prepara para el regreso. Y sería también parte de un nuevo disco, el sucesor de Asfalto caliente (1983). “No nos vamos más –asegura Várbaro–. Nos van a tener que rajar a patadas. Sabemos que algunos regresos se pinchan porque aparece un productor, organiza una movida y después desaparece. Lo nuestro es diferente: va a perdurar porque precisamente no fue propuesta por un productor. Que quede claro que no volvimos para robar.”
El grupo planea regrabar canciones de los dos últimos discos, que figuran en el mercado como descatalogados –“No tiene sentido reeditar lo que se grabó hace 20 años. Lo más lógico es que grabemos otra vez nuestros temas”, explica Bar– y, en un sentido más amplio, intentarán ocupar un lugar específico en la nueva escena del rock nacional, marcadamente distinta de aquella que los vio nacer, cuando Adrián Bar y el malogrado baterista, José Luis González, formaban parte de una banda esperanzada. “Venimos a ocupar nuestro lugar, que estaba vacante. Hay grupos como Los Piojos o Viejas Locas que hacen un tipo de rock. Y así. Lo nuestro es totalmente distinto... sería una pena no mostrarlo”, concluye Bar.