ESPECTáCULOS › “LA NOCHE DE LAS CAMARAS DESPIERTAS” EN EL MALBA

¿Cámara-fusil o cine arte?

El documental de Hernán Andrade y Víctor Cruz, dos egresados de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA, rescata y comenta un episodio representativo de las antinomias políticas de los ‘70.

 Por Luciano Monteagudo

“Lo que voy a contar parece realmente muy extraño. Sin embargo sucedió. En una noche y una mañana, veinte personas vinculadas con el cine produjeron, filmaron y compaginaron seis, siete u ocho cortos en 16 mm. Al día si-guiente, los llevaron a Santa Fe y los proyectaron en un acto político. Todo terminó en una batalla campal provocada por un malentendido gigantesco.” Con estas líneas se inicia el artículo “La noche de las cámaras despiertas”, que la ensayista y crítica cultural Beatriz Sarlo incluyó en su libro La máquina cultural (1998). Como disparados por ese comienzo tan enigmático y tan promisoriamente cinematográfico, Hernán Andrade y Víctor Cruz (egresados de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA) se lanzaron al rescate de ese episodio tan oscuro y al mismo tiempo tan representativo de toda una época del cine argentino.
Las primeras imágenes de este documental son elocuentes: El Club del Clan, chicas con minifalda bailando el twist, un desfile interminable de militares ingresando a la Casa Rosada, un aviso televisivo que afirma que para la Pick-Up Ford F-100 “no hay enemigos bravos”... Corre el año 1970 y un grupo de estudiantes y profesores de la Escuela de Cine de la Universidad del Litoral, en Santa Fe, sufre la censura propia de la época. Hoy nadie recuerda cuál fue el disparador, pero todos saben que aquel “Encuentro Nacional de Cine” que se llevó a cabo un sábado a la noche en el salón de la Unión Ferroviaria de Santa Fe, como un acto contra la censura, terminó a las trompadas entre los mismos participantes, enfrentados por posiciones antagónicas frente a la manera de entender el compromiso del arte con la política.
“Era muy espectacular, Alberto; tendía a hacer gestos desmedidos”, rememora con afecto Rafael Filippelli. Alberto era Fischerman, que por entonces se ganaba la vida –y muy bien por cierto– con el cine publicitario, pero que venía de presentar uno de los films más revulsivos de aquella época, The Players vs. Angeles Caídos, sobre el alegórico choque de dos grupos rivales. Su “gesto desmedido” había sido –ante el pedido del auxilio del santafesino Raúl Beceyro– proponer su solidaridad y la de sus amigos, también cineastas (Filipelli, Julio Ludueña, Jorge Cedrón, Dodi Scheuer y Carlos Sorín, entre otros conjurados de un boliche legendario llamado “La bola loca”, de Maipú y Paraguay), con una suerte de ready-made cinematográfico, una película en episodios filmada en la única noche en que mediaba entre el proyecto y el acto.
“Había un nivel de improvisación y de espontaneidad bastante difícil de imaginar ahora”, añora hoy Sorín, que se desempeñó como director de fotografía. Ese grupo, formado bajo la influencia del Instituto Di Tella, el new american cinema group, Godard, Antonioni, Cassavetes y Jonas Mekas, hizo lo que se suponía que había que hacer frente a la censura: una provocación. Pero resultó que los primeros que se sintieron ofendidos fueron aquellos que habían sido censurados, entre quienes estaban algunos integrantes del Grupo Cine Liberación, que venía de mostrarle al mundo La hora de los hornos. Así al menos es como lo relata el film de Andrade y Cruz, que quizás inclina demasiado la balanza de los testimonios en favor de aquellos que creían que “la obra artística es de una complejidad que no puede reducirse a un enunciado político” en detrimento de quienes concebían a “la cámara como un fusil”. En cualquier caso, de esas antinomias estaba hecho por entonces el cine argentino contestatario(también existía Enrique Carreras, pero esa ya es otra historia), donde se enfrentaba la vanguardia artística con la vanguardia política. El fragmento de Alberto Fischerman que logró rescatar milagrosamente La noche de las cámaras despiertas no es sólo el único sobreviviente de aquella noche tan olvidada como memorable, sino también, aún hoy, todo un rotundo manifiesto contra la censura.

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Oscar “Tito” Ferreyro en el corto dirigido por Alberto Fischerman, una alegoría contra la censura.
 
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